"Ventana abierta"
Herodes en la historia del cristianismo
Alberto Solana
Con el nombre de Herodes no estamos señalando a un personaje
concreto, sino a varios, más bien a una dinastía familiar, aunque han sido tres
Herodes los que han tenido una relevancia histórica y en especial en el
cristianismo.
Herodes el Grande
El primero de ellos es Herodes llamado el Grande que reinó en
Judea entre el 37 a.C y el 4 a.C. Fue el que inició la dinastía de reyes al
servicio de Roma. Destacó por su enorme inseguridad y crueldad, que le llevó a
cometer multitud de abusos y crímenes por asegurar su trono.
Maqueta del Segundo Templo de Jerusalén o Templo de Herodes el Grande
Alrededor del 19
a. C., realizó la demolición y construcción del segundo Templo de Jerusalén.
También construyó teatros, anfiteatros, hipódromos, ciudadelas, fortalezas,
palacios, jardines, templos en honor a César, acueductos, puertos, monumentos e
incluso ciudades a las que puso su propio nombre, el de sus parientes o el de
los emperadores de Roma. Reconstruyó las fortalezas de Antonia y Masada, esta
última con gran lujo. Hizo obras de construcción en ciudades tan lejanas como
Antioquía de Siria y Rodas.
Cesarea Marítima
Construyó un puerto artificial en Cesárea que
supuso una magnífica obra de ingeniería. Poco antes de su muerte protagonizó la
matanza de los inocentes tras la visita de los Sabios de Oriente, mandando
matar a los niños varones de Belén.
Bajorrelieve de la masacre de los inocentes de dionigi Bussola, Capilla de San José en la Cartuja de Pavía
Aunque hay controversia sobre su realidad
histórica, el relato bíblico de la matanza de todos los niños varones menores
de dos años de edad en Belén y sus distritos, está en armonía con otros
registros históricos que hablan acerca de la iniquidad y la catadura moral de
Herodes mandando asesinar a cuantos amenazaron su trono. Poco antes de su
fallecimiento, sintiendo la proximidad de su fin, ordenó la muerte de su hijo
Antipatro, y amargado porque intuye que nadie lamentará su muerte diseña un
plan diabólico: ordena que todos los nobles de su corte sean confinados en
Jericó, dejando instrucciones ocultas de que fueran asesinados a su muerte,
como modo de asegurar que se lamentara su muerte, órdenes que por fortuna
fueron revocadas a tiempo pero que acreditan bien la bajeza moral de este
monarca.
Baile de Salomé y decapitación de Juan el Bautista. Benozzo Gozzoli
El segundo es Herodes Antipas, hijo del anterior, tetrarca de
Galilea y Perea entre el 4 a.C y el 34 d.C. Se significó en la historia bíblica
porque se casó con la mujer de su hermano Herodes Felipe, hecho que fue
condenado por Juan el Bautista lo que le costó ser condenado por decapitación
en el trance del baile de su hija Salomé a la que prometió conceder lo que
pidiera y, asesorada por Herodías, su madre, pidió la cabeza de Juan el
Bautista. También intervino en el juicio a Cristo, recibiéndolo de Pilatos y
devolviéndoselo con la decepción de no presenciar ningún milagro.
Jesús ante Herodes. Miguel Cabrera. Templo de la Profesa, Cdad. de México
Finalmente y en el que más nos centraremos por su vinculación con
la Tradición Jacobea, es Herodes Agripa I, nieto del primero y sobrino del
segundo. Fue el que protagonizó la muerte de Santiago el Mayor y el
encarcelamiento de Pedro con su posterior liberación.
El rey Herodes Agripa nació en el año 10 a.C. Su abuelo fue
Herodes el Grande, rey de Judea en el tiempo del nacimiento de Jesucristo,
quien por desconfiar de la lealtad de sus más íntimos, mandó matar a su propia
esposa, con la que había sido feliz durante ocho años y que le dio dos hijos
Aristóbulo y Alejandro. Luego también desconfió de ellos y los ajustició como
había hecho antes con su madre.
A la muerte de Aristóbulo, su madre llevó a Roma a su hijo el
joven Agripa, donde llevó una vida de dispendio y derroche que le valió perder
el favor de la familia imperial, y tener que abandonar Roma. En el año 36
regresó a Roma donde fue arrestado por Tiberio, pero su amistad con Cayo
Calígula, le valió que al suceder éste a Tiberio en el imperio, favoreció sin
medida a Agripa con valiosos obsequios e incluso lo nombró rey de Galilea y
posteriormente en el año 39 le concedió también los territorios de su tío
Felipe a quien exilió: Iturea, Traconite, Lisanias y Abilinia.
Martitrio del Apóstol Santiago - Francisco Ribalta.
Cuando Calígula fue asesinado en el año 41, Agripa se encontraba
en Roma y aprovechando su trato de amistad, ayudó a Claudio a ascender al
trono, y a convertirse en el nuevo César; Claudio añadió Judea y Samaria a su
reino, haciéndole mucho más grande que su abuelo. En ese mismo año se trasladó
a su extenso reino. Los judíos no
aceptaron bien su llegada por considerar que era amigo del imperio
romano y que venía con educación y maneras de romano. Descubrió entonces,
asesorado por el Sanedrín, una manera de ganarse la aceptación de los judíos:
perseguir a los miembros de la naciente iglesia cristiana. Fue entonces cuando
mando ajusticiar al apóstol Santiago a quien condenó por traición al judaísmo,
informado de que Santiago era uno de los líderes del cristianismo al que podía
atacar por su punto débil, la apertura a los gentiles, inaceptable para los
judíos, lo que le valió el favor de los fariseos y fanáticos de la ley de
Moisés. Al ver que pudo cometer ese crimen con impunidad y obtener la
aquiescencia de los judíos, decidió arrestar a Pedro durante la celebración de
la Pascua, y como la ley judía no permitía ejecuciones durante esa festividad,
no se precipitó como con Santiago, sino que le custodió en la prisión con
intención de llevarlo a juicio después de la fiesta.
Liberación de San Pedro. estancia de Heliodoro. Museos Vaticanos
Advertido de que Pedro gozaba de gran prestigio y seguimiento
mandó poner fuerte guardia para que fuera vigilado intensamente por turnos, y
lo encadenó con rigor, pues lo usual era encadenar una de las muñecas del
prisionero a la del guardia. Con Pedro se duplicó la seguridad y ambas muñecas
estaban encadenadas con un guardia romano a cada lado, y otros dos que vigilaba
la puerta, todo en turnos de tres horas. La estricta vigilancia muestra
que el caso era muy relevante para Herodes Agripa.
El enorme gentío que
visitaba la Pascua, la popularidad de Pedro y la advertencia del Sanedrín, hizo
temer a Herodes que algunos de sus seguidores intentara rescatarle aprovechando
la confusión que había en la ciudad. Dicen las Escrituras que un Ángel del
Señor lo liberó milagrosamente y, sin pretensión de desmentir que lo fuera, el
relato de la liberación de Pedro se entiende bien como un complot liberador
bien preparado que sin tiempo ni espacio para rescatar a Santiago, pudo actuar
con eficacia en el caso de Pedro. Pasada la fiesta y cuando iba a iniciar el
juicio, Herodes no encontró a Pedro ni pudo averiguar cómo se produjo su
inesperada liberación, por lo que entró en cólera al ver fracasada su
estrategia, y mandó castigar a la guardia.
Es muy factible que esa guardia se formara con soldados de la
Cohorte Itálica que mandaba el centurión Cornelio en Cesárea Marítima, la
propia sede de Herodes, pero que había acudido a Jerusalén, quizás con el
propio Herodes, para reforzar la guarnición militar, como era costumbre en toda
Pascua. Cornelio era un incondicional seguidor de Pedro y había recibido él y
todos los de su casa, soldados entre ellos, el bautismo y la condición de
cristianos. No encontraría ninguna dificultad en acreditar órdenes y documentos
que indicaran el traslado del preso, y cayeran cadenas, rejas y puertas a la
orden del centurión, facilitadas por sus soldados cristianos. Esta fue la trama
más lógica y comprensible de la liberación de Pedro, en donde Cornelio y sus
soldados, seguidores de Pedro y del cristianismo, actuaron como un verdadero
ángel salvador, y hasta es viable que el propio Pedro así lo llamara para no
dar señal alguna de su identidad.
Pedro acudió entonces a la casa de la Madre de Marcos, el futuro
evangelista, donde solían reunirse los cristianos, les mando que difundieran su
liberación y se fue a otro lugar que las Escrituras no precisan.
Un lugar
discreto, casi clandestino, como la casa de Simón el Curtidor en Joppe, citado
en las Escrituras, donde encontraría complicidad plena para planificar desde el
puerto de Joppe la evasión del cuerpo de Santiago a Hispania una vez tratado y
camuflado en un fardo de pieles, en compañía de la guardia itálica que buscaba
huir de Herodes, así como la de Pedro a Roma para atender la misión de su
Maestro: “Id y haced discípulos a todas las naciones y bautizadles en nombre
del Padre del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles todo lo que os he
enseñado…”
Herodes Agripa amado como Dioso
La muerte de Agripa acaeció poco después, tras un episodio en que
las Escrituras le asignan aceptar la adoración de los judíos como si fuera un
dios, por lo que dicen las Escrituras que “Al momento un ángel del Señor le
hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos” (Hechos
12:21-23).
Muerte de Herodes Agripa
De nuevo la mediación de un Ángel en la muerte de Herodes que puede
explicarse mejor como un proceso abdominal agudo, el llamado cólico miserere
que no es más que una apendicitis aguda, mortal en esos tiempos, pues no
tratada evolucionaba inevitablemente a una perforación peritoneal y muerte por
septicemia en pocos días. El libro apócrifo las Virtutes Ioannis añade sobre la
muerte de Herodes Agripa: “Viviendo una vida indigna, murió con una muerte
digna”, es decir, merecida.
Moneda de Herodes Agripa I
Para cerrar el ciclo cabe aún mencionar a un cuarto Herodes con
papel bíblico, Herodes Agripa II, hijo del anterior, nacido en Roma el 27 d.C.
y educado al cuidado del emperador Claudio. Era aún muy joven cuando murió su
padre por lo que Claudio no permitió que asumiera el mando del reino que volvió
a ser provincia romana. Con los años llegó a concedérsele condición real de
otras provincias. Su intervención más conocida es su encuentro con San Pablo
(Hch 25.13-26.32), a quién expresó su disposición a convertirse al
cristianismo, y posiblemente lo hubiera hecho de no haber sido por presiones
políticas y familiares. Con él se extinguió la rama judía de la dinastía
herodiana.
San Pablo ante Herodes Agripa II
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