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sábado, 18 de junio de 2011

Huellas


Jesús,Tú nos dejaste dicho
que nunca nos dejarías,
que estarías junto a nosotros
hasta el final de los días.

Pero un día soñé...
Soñé algo que me sobrecogía...
Pero al final comprobé
que es verdad lo que decías.

"Una noche en sueños vi,
que con Jesús caminaba
junto a la orilla del mar
bajo una luna plateada.

Soñé que veía en los cielos
mi vida representada,
en una serie de escenas
que en silencio contemplaba.


Dos pares de firmes huellas
en la arena iban quedando,
mientras con Jesús andaba
como amigos conversando.

Miraba atento esas huellas
reflejadas en el cielo,
pero algo extraño observé
y sentí gran desconsuelo.


Observé que algunas veces,
al reparar en las huellas,
en vez de ver los dos pares
veía sólo un par de ellas.

Y observé también yo,
que aquel sólo par de huellas
se advertía mayormente
en mis noches sin estrellas,
en las noches de mucho llorar,
en las noches a oscuras y en vela,
en las horas de mi vida
llenas de angustia y tristeza,
cuando el alma necesita
más consuelo y fortaleza.


 
Pregunté triste a Jesús:
Señor, ¿Tú no has prometido
que en mis horas de aflicción
siempre andarías conmigo?

Pero noto con tristeza,
que en medio de mis querellas,
cuando más siento el sufrir,
veo sólo un par de huellas.

¿Dónde están las otras dos
que indican tu compañía,
cuando la tormenta azota
sin piedad la vida mía?
Y Jesús me contestó
con ternura y comprensión:
"¡Escucha bien, hijo mío!
Comprendo tu confusión;
siempre te amé y te amaré,
y en tus horas de dolor
siempre a tu lado estaré
para mostrarte mi amor.


Mas si ves sólo dos huellas
en la arena al caminar,
y no ves las otras dos
que se deberían notar...,
es que en tu hora de aflicción
cuando flaquean tus pasos,
¡no hay huellas de tus pisadas
porque te llevo en mis brazos!"


¡Por eso yo creo en mi Cristo.
Cristo de amor y de entrega.
Él es mi pronto auxilio.
Él es mi fortaleza!

Cuando el camino es largo
y duro el caminar.
Cuando hay tristeza
y no puedo más,
Tú estás ahí
y socorriéndome vas.

Cuando hay alegría
en mi corazón,
y mi alma está llena
de paz y de amor,
Tú estás ahí
dándome calor.

Cuando el camino es bueno
y dulce el caminar.
Cuando hay alegría
y en los hermanos unidad,
Tú estás ahí
y alentándonos vas.

Esta es mi oración,
como saeta de puntas finas,
mojada en sangre de amores,
para bordarte unas flores
en lugar de esas espinas.


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