¡Aleluya!
El grito de alegría que propaga el mundo cristiano, tiene sentido porque Cristo resucitó: si no hubiera sido así, nada tendría sentido.
Por eso cuando buscamos a ese Cristo y lo que su Vida y su Doctrina significa en tantas cosas vacías de sentido:
La ambición.
El poder sobre los demás.
La acumulación de bienes.
La respuesta siempre es la misma:
No está el resucitado:
En la mentira.
En la simulación.
En la despreocupación por los demás.
Habremos de buscarlo:
Más dentro.
Más arriba.
Más sencillamente.
Entonces podremos sentir esa alegría y propagarla.
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