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sábado, 1 de noviembre de 2025

RINCÓN PARA ORAR. "SUBIÓ AL MONTE, SE SENTÓ Y DIJO, DICHOSOS". Sábado, 1 - Noviembre - 2025.

"Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

SUBIÓ AL MONTE, SE SENTÓ Y DIJO, DICHOSOS

1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.

2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:

3 « Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.

5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.

12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos;

Las Bienaventuranzas, en Lucas, son pronunciadas por Jesús sólo a los Apóstoles. Pero aquí, Mateo dice que Jesús “vio al gentío y subió al monte”. ¿Fue a todos a quienes se dirigió? Es posible, pero añade que “se acercaron los discípulos”. ¿Es que ellos eran mejor auditorio que “el gentío?” Posiblemente no, pero los que seguían más de cerca del Maestro estaban rodeados por la gracia que Dios da a los que creen en Él.

Y sus Palabras eran un poco extrañas para todos. Este mundo busca como fuente de felicidad las riquezas materiales y espirituales y, huye, como de la peste, de las dolencias y los males. No nos extrañe el esfuerzo del hombre durante siglos por apartar de nosotros los sufrimientos. El budismo asegura que este se puede evitar con unos métodos de meditación y consciencia y llegar, ya en este mundo, a la “nirvana”, la felicidad plena.

Pero Jesús, con sus Palabras, nos dice que todo esto es muy humano, pero no es la visión del cristianismo. ¿Dónde queda entonces el Misterio de la Pasión de Cristo que se hizo sufriente para liberarnos del pecado y de la muerte? No podemos ignorar estas dos realidades, por mucho que nos empeñamos con técnicas y meditaciones esotéricas.

Nuestro Señor nos regala las Bienaventuranzas como su Palabra divina desde la cátedra de su Sabiduría, que también es divina: “Benditos los pobres en el espíritu”, los que no buscan su gozo en el mundo ni en los bienes de esta tierra, sino sólo en Dios. Son aquellos que se han tomado en serio el “amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Y al entrar en esto que le da vida, nota que es bienaventurado. Este gozo no se lo puede arrebatar nada ni nadie y, ya en esta tierra, es muy feliz.

¿Y qué decir de la mansedumbre como actitud de vida? Es un don grandísimo de Dios el tener a raya la ira, de la que viene la venganza. La ira es una pasión, y como tal, indiferente moralmente. Dios la puso en el hombre como un don. Pero el pecado la hizo dispararse en nuestro ser hasta matar a mi hermano, como nos relata el Génesis cuando Caín mató a su hermano Abel. Por esto Jesús nos propuso su mansedumbre como un sello que nos hará distinguir quiénes son los que le agradan.

Y los hay que deploran el pecado en sí mismos y en los hombres que le rodean. Y lloran como lloraba Lot ante el pecado infame del pueblo de Sodoma. ¡Le duele aquello que ven desagrada a Dios, todo amor y bondad! Él mismo fue su consuelo y protección. Así rezaba el salmista con lágrimas: “¡qué se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más!”. Una súplica que fue intercesión, a favor de los malos, para convertirlos a Dios.

Y así, podríamos seguir orando las otras Bienaventuranzas y darnos su Espíritu Santo a gustar las profundidades de su Palabra, que es luz y nos está salvando ya. ¡Que así se haga en nosotros ¡Amén! ¡Amén!

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