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jueves, 26 de junio de 2025

RINCÓN PARA ORAR. "NO TODO EL QUE ME DICE SEÑOR, ME VERÁ". Jueves, 26 - Junio - 2025

"Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

NO TODO EL QUE ME DICE SEÑOR, ME VERÁ

21 « No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial.

22 Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?"

23 Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"

24 « Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca:

25 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.

26 Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:

27 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»

28 Y sucedió que cuando acabó Jesús estos discursos, la gente quedaba asombrada de su doctrina;

29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas. (Mt. 7, 21-29)

No son nuestros labios los que manifiestan la autenticidad en nuestro corazón, sino nuestra voluntad que, libre de cualquier afecto desordenado, se arrodilla ante Dios para que Él haga y deshaga en nosotros. Porque no es nuestra voluntad y nuestros deseos los que nos salvan de “ese proceder inútil recibido de nuestros padres” y “bajo el cielo no se nos ha dado otro Nombre que pueda salvarnos, sino el Nombre de Jesús”. Más, una vez discernida la voluntad de Dios sobre cada uno de nosotros, no tenemos otra opción que seguirla. Nuestra vida debe caminar acorde con los deseos de Dios. Y éstos, bien manifiestos, están en su Palabra que siguiéndola nos está salvando.

Pero este programa de vida no es una coacción a nuestro ser, sino que nuestro querer y nuestro obrar están del todo impregnados de amor, del Amor del Espíritu Santo que viene a todo el que clama por su presencia. Porque no seguimos a Jesús por una convicción de nuestro agudo entendimiento, sino que la iniciativa parte de Él: “no sois vosotros los que me habéis elegido, sino que soy Yo quien os ha elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto y vuestro fruto dure”.

Es un gran alivio para nuestra alma el saber esto, porque cada vez comprendemos mejor que nuestros deseos son veleidosos y muchas veces no eligen el Bien y la Verdad. “Dios mismo es quién realiza en nosotros el creer y el obrar, según le parece”. ¡Él, ÉI debe ser el punto de mira de nuestro ser, porque sólo Él es nuestro Salvador y Señor!

Así las cosas, no nos conformemos con palabras bonitas: “¡Señor, Señor!, ¿no hemos profetizado en tu Nombre y en tu Nombre no hemos echado demonios y predicado?”. Porque Jesús no mira las palabras, el Señor mira el corazón. Y allí es donde habita nuestra bondad y también nuestras obras y deseos malos y éstos arrancan a Jesús un rechazo: “¡apartados de mí los que obráis el mal! ¡Nunca os he conocido!”. Y si Dios nos condena fuera de Sí, ¿quién podrá salvarnos?

Tenemos que añorar y pedir a Dios ser sensatos, ser buenos, ser dóciles a lo que nos vaya insinuando. Porque todo ha de ser impregnado de humildad. Y ésta no es naturalmente nuestra. Nuestro pecado nos hace soberbios y autosuficientes, como les sucedió a nuestros primeros padres. Y sabemos, por la Palabra de Dios, que su alejamiento de Él les trajo el pecado, al que estaban inclinados, y también la muerte.

Pero Jesús ha satisfecho por nosotros con su Sangre Preciosa y ahora el Padre nos mira con benevolencia como a hijos queridos. Y nos ha bendecido con el auxilio del Espíritu Santo. ¡Qué Él sea siempre nuestro guía para el bien! ¡Amén! ¡Amén!

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