"Ventana abierta"
Recuerda
P. Leonardo Molina García
Me imagino
Al leer el evangelio de hoy, me detengo en
su rico contenido. Pero rengo que seleccionar. O es que el Señor quiere
hablarme nada más que de una parte del texto..
Leo:
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se
dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus
discípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los
profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Cesarea es una ciudad situad en la parte
alta de Palestina. Allí están las principales fuentes el Jordán. Cuando hace
pocos años las visitamos, el agua brotaba de las rocas y manaba río abajo,
tersa, cristalina y limpia. Daban ganas de bañarse, pero unos avisos en hebreo
y en inglés decían terminantemente que estaba prohibido. Añadían: el agua está
contaminada. Obedecimos. Era el mes de agosto. Cerca, las ruinas del palacio de
Filipo .Es territorio ocupado por las fuerzas israelíes. Detrás de nosotros
el famoso monte Hermón y los altos del Golán..
Ahora comienzo a leer. Cuando se acerca
nuestra caravana, pensamos que Jesús lo hizo a pie. Rodeado y seguido por sus
discípulos subía por el valle. Yo voy como curioso, colocándome cerca de Jesús
Y de pronto, nos lanza una pregunta incómoda: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Como siempre Pedro se lanza. Y contesta
certeramente. Bueno, se equivocó, pero su manual de libro le decía eso. La
gente tenía buena impresión de Jesús. No solo que curaba, que además era una
buena persona, sino que lo identificaban como alguien importante en la historia
de Israel, en su ámbito religioso. apuntando cosas fuera de lo normal. Los
buenos palestinos lo encumbraban, a lo inmediato, con el gran Bautista. Luego
con uno de los grandes profetas, Elías. Otros rebajaban la nota, pero ésta
seguía siendo alta, uno de los profetas. Ya era mucho, pardiez.
Pero Jesús me miraba a mí y me preguntaba:
Tú, ¿quién de verdad crees que soy yo?
Me quedo paralizado…y avergonzado. Tantos
años de educación, de prácticas religiosas, de vocación…y ahora me siento
aplanado, desconcertado.
Después de pensarlo mucho, me acojo al
catecismo, a mis estudios de teología, a lo que he oído a muchos sacerdotes, a
lo que de pronto se me ocurre. Tú, pienso, eres Hijo de Dios, líder,
revolucionario, gran maestro de vida, curador de mis enfermedades físicas o
psíquicas…la segunda persona de la Santísima Trinidad: tu eres el hijo de Dios
vivo…etc, etc
Pero algo falla y no me quedo contento.
Parece como es que estoy leyendo libros, cultura, lo que dicen otros. Me incomoda,
la pregunta, me deja en la duda. No sé qué decirte, Jesús…
Y ahora me acuerdo de una historia viva,
es decir de la que yo fui protagonista de alguna manera. Como profesor de la
asignatura de Didáctica de la Religión a mis alumnos de Magisterio, les propuse
que hicieran una encuesta a sus padres, sus amigos, sus vecinos con esta
pregunta: ¿Quién es Jesús?
A los pocos días tuvimos una Puesta en
Común. Las respuestas eran correctas: hijo de Dios, líder, gran persona,
revolucionario…
Al fondo de la sala de clase, un muchacho,
reía con sus compañeros, o estaba incómodo. No sé. Le pregunté y un tanto
nervioso, me decía que pasara de él…o que era una broma…Total, insistí y me
dijo:
- He preguntado a la prostituta de mi
pueblo.
Los alumnos se echaron a reír, pero a mí
me provocó la curiosidad, esperando una respuesta original.
Pues decía esta mujer “que a ella eso de
los curas, la iglesia, eso no le iba a ella. Solamente podía decir de Jesús
“que era bueno y que perdonaba”…
Me quedé asombrado. No se me olvida. Ella,
sí, ella entre todos los buenos, los cumplidores, los practicantes, había
conocido a Jesús personalmente.
Conocía su miseria, su marginación, su
humillación en la sociedad, el desprecio; quizás su historia estaba colmada de
culpa, pero conocía a Jesús…sabía quién era, Sin libros, sin textos bonitos y
rimbombantes, se había acercado al Jesús auténtico.
No lo entendieron los judíos, no lo
comprendió el cercano Pedro, no lo entendía yo.
Esta mujer, de verdad, se acercó al
auténtico Jesús. “No he venido a ser servido”, me han encargado de sanar los
corazones afligidos”,” no tienen necesidad de mi los sanos sino los
enfermos”…”derramar su sangre por los pecadores”.
La prostitución era su cruz y cargaba con
ella cada día…
Y si lo dice y proclama Él, esta mujer
lo comprendió. Ojalá tenga yo esa cercanía
P. Leonardo Molina S.J.
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