"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Os es necesaria la paciencia, para que habiendo
hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.
Hebreos 10:36
Conocer la voluntad de Dios (2):
Una aguja más o menos imantada
Recuerdo un experimento que hacía cuando era
niño. Tomaba algunas agujas del costurero, las frotaba con el imán de una
dinamo y las mojaba en aceite. Luego las ponía cuidadosamente en la superficie
del agua de un recipiente. ¡Sorpresa, las agujas flotaban a causa de la grasa!
Además, indicaban el norte más o menos bien, dependiendo de la fuerza de su
imantación…
Estas agujas nos dan una imagen de la manera
como el creyente puede discernir la voluntad de Dios. Esto depende de su estado
espiritual, un poco como las agujas que se orientan más o menos precisamente
hacia el norte. ¿Qué puede ayudarnos a tomar la buena dirección, a comprender
la voluntad de Dios?
Primero hay que querer hacerla. Cuando la
buscamos, preguntémonos por qué queremos conocerla: ¿Para saber si nos
conviene? ¿O queremos realmente estar sometidos a la voluntad divina? Luego,
nuestra manera de pensar, de razonar, de apreciar, depende de nuestra cercanía
a Dios y a su Palabra. Cuanto más leemos la Biblia y oramos, tanto más nuestros
pensamientos se amoldan a la voluntad de Dios. Así el creyente es
“transformado” en su manera de pensar y elegir. Se aleja de los razonamientos
del mundo para dar prioridad a los intereses del Señor y al bien según Dios.
Cuanto más familiar nos sea la Palabra de Dios,
más nos ayudará a tomar buenas decisiones. “Transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12: 2).
(continuará el 18 de julio)
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