La celebración del Corpus Christi se presenta
con novedades este año a causa de la pandemia: con limitaciones de aforo, sin
procesión por las calles de la ciudad y sin Octava. Sin embargo, estos
días en los que ha subido a la palestra esta insigne tradición sevillana puede
suponer una oportunidad para profundizar en ella. Concretamente para entender
el origen y el sentido de los niños carráncanos.
“Los
niños carráncanos son los que arrancan la procesión del Corpus y otras
procesiones: la de las Palmas, la de la Virgen de los Reyes y una procesión
preciosa que hay el 8 de diciembre en la Catedral. Es decir, son niños que van por
delante abriendo la procesión”, explica Mariví Jiménez, responsable de este grupo en la Hermandad
Sacramental del Sagrario. Por tanto, estos niños pertenecen a la hermandad, no
al Cabildo Catedral, si bien, matiza Jiménez, “en tanto que la Sacramental del
Sagrario tiene en sus reglas el acompañamiento a todos los actos que hay en la
Seo, estos niños también participan en los mismos”.
Lamentablemente
este año, a causa de la crisis sanitaria, han tenido que cancelar sus dos
primeras salidas: la procesión de Palmas del Domingo de Ramos, y la procesión
de impedidos de la hermandad, que se celebra el Domingo in albis. Y
ahora cancelan también su participación en la procesión del Corpus Christi.
En
cuanto a la elección de los niños carráncanos, Jiménez señala que “ha habido
muchas épocas, de hecho, hasta no hace mucho había cola para que un niño fuera carráncano”.
Generalmente son niños de hermandades cercanas, que conocen la
Sacramental del Sagrario por su familia. “La
prueba fundamental –añade- es el
15 de agosto, ya que es un
día dificilísimo para encontrar niños que puedan
participar en la procesión de la Virgen”. Y aunque estén presentes en actos de
la patrona, “no tienen nada que ver con los seises”, aclara Jiménez.
Otro
aspecto destacable es la indumen taria de estos pequeños: “Llevan unos
sobrepantalones y un alba grande que les llega hasta las rodillas, a modo de
casaca, de color rojo. También un roquete blanco con un lazo rojo. Y en la
cabeza un casco que se cree que se impuso para proteger de la cera de las velas
a los niños que abrían las procesiones el siglo XVII”.
Finalmente,
la responsable de los niños carráncanos de la Sacramental del Sagrario reconoce
que “cuesta mucho encontrar a niños y familias que se comprometan con esto”, por eso anima a participar en esta paradigmática tradición sevillana.
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