"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO V DE PASCUA
CICLO
A
-
DOMINGO DE LOS MINISTERIOS -
Act. 6, 1-7
1
Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los
helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la
asistencia cotidiana.
2
Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: « No parece bien
que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas.
3
Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama,
llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo;
4
mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la
Palabra. »
5
Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre
lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a
Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía;
6
los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las
manos.
7
La Palabra de Dios iba creciendo; en Jerusalén se multiplicó considerablemente
el número de los discípulos, y multitud de sacerdotes iban aceptando la fe.
(v. 1)
- “En
aquellos días”,
designa una nueva sección, así como la designación por primera vez de “discípulos” a los fieles. También aparece la comunidad más
movida y con tensiones. Es el principio del cristianismo que todavía permanece
muy solidario con el judaísmo no cristiano. Pero también está claro que la
Iglesia reúne a los fieles por sí misma y los cuida: la tensión surge dentro de
la comunidad y el motivo es el cuidado caritativo de las necesidades: “asistencia cotidiana” y las “viudas”. Tenemos dos grupos: helenistas y hebreos,
ambos grupos israelitas pero con lenguaje y forma de vida diferentes. Por “helenistas” se entiende los judíos
que procedían de la diáspora o que aun viviendo en Palestina o sus alrededores
hablaban el griego y vivían como los helenos: Bernabé (Chipre), Saulo (Tarso de
Cilicia). Por “hebreos”
se entendían los judíos que hablaban arameo y eran el grupo más numeroso en la
primitiva comunidad cristiana, algo así como los “conservadores” ante los “progresistas” y más sensibles a los problemas que
representaban los helenos.
(v. 2)
- Los apóstoles se dan cuenta de sus limitaciones y de la
dificultad y sin menospreciar las obras de caridad (que hasta entonces debían
haber desempeñado también ellos) especifican su verdadera y esencial
misión: la oración y el ministerio de la palabra (DIAKONIA)
(1, 8) (I Cor. 9, 16) (I Cor. 1, 17). La oración en la comunidad y con ella la
predicación.
(v. 3-4) - Los “Doce con el encargo de decidir y
guiar quieren tener colaboradores y ayudantes, saben que la comunidad es digna
y responsable, pero requieren una especial aptitud: “buena reputación” (I Tim. 3, 1s.) (Tit 1, 5s.) y llenos de
Espíritu Santo y de sabiduría. ¿Por qué? es un número misterioso
como el doce en la Biblia (21, 8).
(v. 5)
- La comunidad hace la elección, no sabemos cómo. Los siete nombres
consignados son nombres griegos quizás para vencer más fácilmente la
desavenencia en la comunidad: se trata de la unidad de la Iglesia (Jn. 17,
20s). El grupo helenista estaba lleno de un Espíritu que impulsaba
hacia delante y que trajo como consecuencia la persecución de la
Iglesia (8, 1). Sólo de Esteban y Felipe se nombra a continuación
detenidamente. Por ellos dos vemos que el ministerio que ejercieron no se ciñó
sólo a obras de caridad sino que también eran servidores
de la Palabra (8, 26.29) (21, 8). En lenguaje bíblico por DIAKONIA se
entiende cualquier cargo, incluso el de apóstol. A los siete en Act. se les da
el título de PRESBYTEROI (presbíteros) con atribuciones junto
con los apóstoles.
(v. 6)
- Lo más probable que fueran los apóstoles quienes les impusieron
las manos (forma primitiva de comunicar una fuerza y poderes especiales) (Num.
27, 18) (Dt. 34, 9). También los maestros rabinos lo hacían con los discípulos
y Jesús (Mc. 5, 23) y los Apóstoles (Act. 5, 12; 9, 12; 28, 8, etc.) (Act. 8,
17s.; 19, 6) (Act. 13, 3; 14, 23).
(v. 7)
- Lucas, especifica el avance victorioso de la Iglesia, hasta muchos
sacerdotes judíos del Templo se adherían a la fe.
I Pe. 2, 4-9
4
Acercándoos a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida,
preciosa ante Dios,
5
también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio
espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales,
aceptos a Dios por mediación de Jesucristo.
6
Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión una piedra angular,
elegida, preciosa y el que crea en ella no será confundido.
7
Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra
que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido,
8
en piedra de tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no creen en
la Palabra; para esto han sido destinados.
9
Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las
tinieblas a su admirable luz
(v. 4-5) - “A Él”: al Señor, no sólo es bebida de los caminantes, sino
también la roca de la que brota agua (I Cor. 10, 4). Mas esta roca se ha
convertido en piedra labrada, la piedra angular de la que dependen la dirección
de los muros y resistencia de la fábrica. Hacia esa “piedra viva” deben ellos peregrinar, que vienen del “tenebroso Egipto”: dureza de la roca y vida palpitante, verdad de Dios y
el amor de Dios.
- Esta piedra desechada por todos no
solo vive sino que es la plenitud de la vida y vivifica a todos (Sal. 118, 22)
(Mt. 21, 42). A ella debemos asemejarnos todos. Quizás seamos también
rechazados por los hombres y precisamente así debe el Padre colocarnos sobre la
primera piedra angular que sirve de base. Para ello, debes dejarte labrar a
golpes y adaptar y colocar por Dios entre las demás piedras vivas.
- Edificar en la Biblia no
es algo mecánico y muerto, sino vivo: (Gen. 2, 22) (II Sam. 7, 11) (Mt. 16,
18): “edificaré”
mi casa espiritual, la Iglesia, con piedras vivas, esto
es un sacerdocio santo y sacerdocio, porque ofrece sacrificios
espirituales, es decir, se deja labrar como Cristo a golpes: con humildad,
obediencia y respeto, esto es la casa eterna que es la comunidad de los santos.
(v. 6)
- En Sión, la Jerusalén del cielo y también la meta última del
Pueblo de Dios que peregrina en este mundo (Is. 28, 16) (Heb. 12, 22) allí está
colocada de forma inamovible la piedra fundamental que es Jesucristo. Los que
estriban en ella con una fe viva, comienzan ya a participar de la
firmeza de Dios. Entonces después de la muerte no tendremos que avergonzarnos
de haber creído en el Crucificado.
(v. 7-8) -
Comienzan ahora las conclusiones, después las seis recomendaciones (1, 13-2,6).
Primero se recuerda que los creyentes participan de la gloria de la piedra
angular rechazada. Esta piedra puede llegar a ser piedra de tropiezo (Is.
8, 14) (Lc. 2, 34). El hombre puede obrar contra la voluntad de Dios y entonces
van al castigo que les fue destinado.
- Se cumplen las promesas del Antiguo
Testamento (Is. 43, 20) (Ex. 19, 6) (Ex. 23, 22) (Is. 43, 21). Son los grandes
títulos del Pueblo de Dios. Sacerdotes regios: se dominan a sí
mismos. La gran gesta de Dios es que lleva a los hombres de las
tinieblas a la luz (5, 10).
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