"Ventana abierta"
Rincón para orar
Sor Matilde
LOS FARISEOS PIDEN UN SIGNO DEL CIELO
11 Y salieron los fariseos y comenzaron a
discutir con él, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de ponerle a
prueba.
12 Dando un profundo gemido
desde lo íntimo de su ser, dice: « ¿Por qué esta generación pide una señal? Yo
os aseguro: no se dará, a esta generación ninguna señal. »
13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta. (Mc. 8, 11-13)
13 Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la orilla opuesta. (Mc. 8, 11-13)
Los fariseos que buscan a Jesús para
tenderle una trampa son malévolos y también incautos. Habían oído a los
demonios afirmar que era el Hijo de Dios, el Mesías esperado; le habían visto
hacer muchos milagros y resucitar muertos entre el pueblo que creía en Él y aun
así, buscan a Jesús para discutir con Él. ¿No sabían que siempre que lo hacían
acababan mal parados y en ridículo ante toda la gente? Claro que lo sabían,
pero el espíritu del mal los cegaba para hacerles ver turbiamente la presencia
de Dios en Jesús. Son tercos en acosar al Bien allí donde se encuentra: en
Jesús…
Si nos detenemos un poco en este Evangelio
apreciamos que tanta malicia no puede provenir sólo de unos hombres que no
buscan la Verdad. Se ve que aquí actúan unas fuerzas oscuras y misteriosas que
empujan a los fariseos a pedir a Jesús una señal del cielo. Algo que sabemos no
les haría confiar en Él, sino que sería argumento para exigir algo más
sobrenatural, porque su codicia de lo maravilloso y su soberbia les apartan de
la confianza y de la mansedumbre ante Dios…
Toda esta escena se resume en un suspiro
profundo de Jesús. Se siente impotente, decepcionado, triste, todo su amor
hacia ellos es incomprendido, frustrante…, y ante semejante enfrentamiento
sólo le queda un lamento en forma de suspiro y el silencio… “Entonces los dejó
y se marchó de allí…” No hay diálogo con el mal, sí hay diálogo con los
pecadores, con los ignorantes o equivocados porque siempre les queda una
rendija para comprender y amar a Dios. Pero con el maligno no puede haber
diálogo, hay tan solo un lamento y alejarse dejándole en su malicia voluntaria…
“Y Jesús se embarcó y se fue a la otra
orilla del lago”. Allí, en la barca y con sus discípulos, podía de nuevo
sentirse bien y seguir instruyendo con paciencia a estos hombres ávidos de
palabras de vida eterna…
Seamos sencillos, buenos y no retorcidos
como los fariseos, dejémonos enseñar por Jesús porque El sólo sabe de hacer el
bien y de amar a los que lo buscan y siguen sus Palabras…
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