Que sí, que tenéis razón; que hay mafias "rumanas" y no tan rumanas; que hay mendigos delincuentes y no tan mendigos; que algunos llegan en taxi a su puesto de "trabajo"; que muchos"se forran" con la limosnas de las ancianitas compasivas. Pero no seamos hipócritas: la mayor parte duermen a la intemperie, son alcohólicos, esquizofrénicos, depresivos, drogadictos, o simplemente solitarios a los que nadie mira a los ojos porque asusta mirar de frente a la miseria.
Yo conozco banqueros delincuentes y no por eso me niego a saludar y sonreír a un banquero. Y sé que hay periodistas mafiosos, arquitectos-chorizo, abogados corruptos y médicos que matan. También hay curas indignos del Sacramento que han recibido; pero nunca he pensado en eso al tratarles con educación y con afecto. ¿Por qué no va a haber indigentes corrompidos, captados por organizaciones mafiosas? Están más indefensos que nadie. Es lógico que se dejen manipular.
Prefiero dejarme engañar por un mendigo a desconfiar de todos y encima quedarme con la conciencia tranquila, porque, ya se sabe, son unos delincuentes.
No puedo ponerme como modelo de nada. También yo me he impacientado cuando me han asaltado por la ventanilla del coche, o cuando lloriquean a mi paso para moverme a compasión. Yo también me he cambiado de acera y he dicho -mintiendo- que "hoy no tengo dinero".
Pero cuando el Evangelio habla de los pobres no matiza tanto: no nos dice que ayudemos sólo a los honrados, a los mendigos que no mienten, a los que nos tratan con la cortesía y deferencia que presuntamente merecemos.
Los "pobres" del Evangelio son igualitos a los de ahora mismo.
Páginas
▼
No hay comentarios:
Publicar un comentario