Entre tantas cualidades de una persona, una se destaca: el sentido de la gratitud.
¡Sepas tú agradecer a Dios y a las personas que te hicieron algún favor, alguna gentileza, que te ayudaron a superar dificultades!
¡Cuán elegante y fino es decir "gracias" por los favores y atenciones recibidos!
El gesto de agradecer deja emocionado a cualquier corazón; hasta a los menos sensibles.
Agradecer, sin embargo, no es simplemente decir "gracias".
Agradecer es vivir de tal modo que ese agradecimiento se transforme en gestos, en actitudes que concreten tu gratitud.
¡Agradecer es amar!
Si te gusta tanto que los demás sean agradecidos por los favores que prestas, alimenta en ti el sublime sentimiento de gratitud.
La gratitud es señal visible de una realidad invisible: el lado divino del ser humano.
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