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sábado, 13 de septiembre de 2025

RINCÓN PARA ORAR. "EL HIJO DEL HOMBRE, HA DE SER ELEVADO PARA QUE CREÁIS". Sábado, 13 - Septiembre - 2025

"Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

EL HIJO DEL HOMBRE, HA DE SER ELEVADO PARA QUE CREÁIS

13 Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

14 Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre,

15 para que todo el que crea tenga por él vida eterna.

16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Jn. 3, 13-17)

Hoy celebramos la Exaltación de la Santa Cruz. En ella fue destruido el poder del infierno y nos fue dada la Salvación. La Cruz es la señal de cristiano, la señal de los que creen, fuerza de Dios y Sabiduría de Dios, porque “lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”. Aún así, sigue siendo escándalo para los que no creen. Muchos querrían un Cristo sin cruz, pero aquí residen los pensamientos necios, porque en la economía de la  Salvación, Dios decretó, en sus inescrutables designios, que su Hijo muriera en la Cruz.

¡Es el medio más inverosímil para mostrarnos el amor de Dios en un mundo que desprecia y huye del sufrimiento y quiere una vida fácil y placentera! Pero, un cristiano no puede gloriarse sino en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. En Ella está nuestra Gloria y Luz.

Y no sólo Jesús subió a la cruz como acto supremo y más sublime del amor del Padre, sino que nos invita a todo el que cree a “cargar con la cruz de cada día y seguirle”. Porque todo el que ama a Jesús, ama también sus mandatos, y éste subir a la Cruz con ÉI, es nuestra excelsa prueba de que lo amamos sobre todas las cosas y sobre nosotros mismos.

¡Oh Señor, enséñanos la Sabiduría de la Cruz, porque en Ella están encerrados todos los tesoros de tu gracia! ¡Nosotros no sabemos ni podemos entrar en los caminos de tu Sabiduría y, por tanto, de tu alegría! ¡Muchos Santos llegaron a entender la fuerza de la Cruz y no desearon otra cosa sino gloriarse en ella!. Ya decía san Pablo: “Dios me libre de gloriarme si no es en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo”. El Espíritu Santo instruía a san Pablo, desde dentro, para no rehuir el entrar en la Cruz. Pues, ¡en verdad es espesa en gracias y dones, espesa en Amor infinito que es una Persona Divina, el Espíritu Santo!

En la Cruz, por la Sangre Preciosa de Jesús, Dios reconcilió consigo todas las cosas, las del cielo y las de la tierra y las pacificó consigo. Esto puede ser, porque en la Cruz estaba presente toda la Trinidad Santísima: el Padre, recibiendo en sus manos poderosas la ofrenda de la obediencia de Cristo; Jesús, el Verbo de Dios, entregándose por nuestros pecados y, el Espíritu Santo, envolviendo en Amor tan sublime Misterio. Porque, al morir Jesús en la Cruz, nos entregó su Espíritu Santo... ¿Cómo no desear entrar en tan divino Misterio? Y no por nuestro entender o nuestro deseo, sino porque Él mismo nos invita a entrar en ÉI: “Venid a mí todos y bebed del torrente de mis delicias, pues Yo soy la Fuente viva que mana hasta la vida eterna”.

¡Oh Jesús, no mires nuestro corazón apocado y temeroso, infúndenos el valor de tu mismo Corazón, y con los ojos cerrados nos dejaremos entrar en tu Santa espesura de la Cruz! ¡Qué así sea! ¡Amén! ¡Amén!

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