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viernes, 8 de agosto de 2025

Los cinco minutos del Espíritu Santo. Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 8 de agosto. Viernes, 8 - Agosto - 2025

"Ventana abierta"

Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández

El autor nos conduce en estos cinco minutos diarios para abrirnos al Espíritu de Dios y percibir la fuerza de su consuelo.

Hoy la Iglesia celebra a Santo Domingo. En su vida podemos reconocer cómo el Espíritu Santo nos sorprende y a veces nos lleva a hacer cosas que no se entienden mucho, pero que son necesarias para el Reino de Dios.

Ese Reino ya está presente en el mundo, y está desarrollándose de manera misteriosa. Va creciendo aquí y allá, de diversas maneras. Como la semilla pequeña, que puede llegar a convertirse en un gran árbol (Mateo 13,31-32). Como el puñado de levadura, que fermenta una gran masa (Mateo 13,33). Y crece en medio de la cizaña (Mateo 13,24-30), también mientras dormimos, sin que lo advirtamos (Marcos 4,26-29). Por eso puede sorprendernos gratamente, y mostrar cómo nuestra cooperación con la gracia siempre produce frutos en el mundo. Pero es necesario cooperar con ese poder divino tratando de estar disponibles, liberados de los controles, esquemas y seguridades para dejarnos llevar donde el Espíritu Santo quiera y para anunciar el Evangelio sin demoras.

Esa urgencia es la que vemos plasmada en Santo Domingo. Él, dos años después de fundar su congregación, formada sólo por 16 personas, envió a los dominicos a París, Bolonia, Roma y España. En esos lugares debían fundar conventos, estudiar y predicar. Nadie entendía esa dispersión de pocas personas, con el riesgo de que la obra dominicana se acabara en poco tiempo.

Pero el argumento de Domingo era el siguiente: "Amontonando el trigo, se arruina; esparcido, fructifica".

Esta opción arriesgada de Domingo, que podía acabar en poco tiempo con su recién nacida congregación, se explicaba por una convicción profunda: ya no bastaba con fundar monasterios, centros contemplativos donde los monjes vivían seguros y en calma. Ahora se trataba de anunciar el Evangelio por todas partes, y viviendo en la inseguridad de los caminos, pobres y confiados en la providencia. Él confió en el Espíritu Santo, que le hacía ver esta necesidad, aunque muchos no podían comprenderlo.

El mundo necesitaba profetas, y el ideal de Domingo era vivir predicando el Evangelio como los Apóstoles. En él y en sus compañeros el Espíritu Santo había derramado el carisma de la predicación, y entonces no tenía sentido quedarse quietos en unos pocos conventos. La Palabra de Dios era en ellos como un fuego que no se podía contener (Jeremías 20,9). Pidamos al Espíritu Santo que logremos experimentar esa hermosa pasión.

Oración inspirada en la reflexión de Los Cinco Minutos del Espíritu Santo del 8 de agosto

"Espíritu Santo, fuente de vida y luz interior, hoy me acerco a Ti con humildad para pedirte que me renueves en lo profundo del corazón. Dame la gracia de descubrirme siempre como hijo de Dios, amado sin medida, redimido por Jesús y sostenido por tu presencia.

Tantas veces, Espíritu Santo, me siento pobre, débil, limitado, y me invade el desánimo. Pero hoy te entrego mis miedos y mis fragilidades, para que los transformes con tu poder. Ayúdame a confiar en que, aunque yo no pueda solo, contigo todo es posible.

Quiero vivir esta jornada lleno de tu presencia. Hazme más sensible a las necesidades de quienes me rodean, más generoso para ayudar, más libre para servir. Que cada encuentro de este día sea una oportunidad para manifestar tu amor.

Espíritu Santo, enséñame a orar con el corazón, a escuchar en el silencio, a descubrir tu voz en lo pequeño. Que tu sabiduría me ilumine en cada decisión, y que tu paz me sostenga cuando sienta incertidumbre o dolor.

Haz de mi vida un signo de esperanza para otros. Que pueda transmitir tu alegría, tu consuelo y tu luz. Quiero ser instrumento de tu amor, sin buscar reconocimiento, sin esperar recompensa, sólo por la alegría de amar.

Gracias por no dejarme solo nunca. Gracias por habitar en mí, aunque a veces me olvide de Ti. Hoy te renuevo mi entrega con confianza: toma mi vida, Espíritu Santo, y transfórmala según el sueño del Padre. Gloria a Ti, que haces nuevas todas las cosas.

Amén".

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