"Ventana abierta"
FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Fe adulta
Ciclo C.
El ciclo litúrgico se abre con la venida de Jesús y culmina con la venida del Espíritu; el Padre está presente en todo momento. Es lógico que se dedique una fiesta en honor de la Trinidad. Para ella había que elegir textos que hablaran de las tres personas, al menos de dos de ellas. Pero no pretenden darnos una lección de teología sino ayudarnos a descubrir a Dios en las circunstancias más diversas. La primera, llena de belleza y optimismo, en los momentos felices de la vida. La segunda, incluso en medio de las tribulaciones, dándonos fuerza y esperanza. La tercera, en medio de las dudas, sabiendo que nos iluminará."
Dios presente en la alegría (1ª
lectura)
Del Antiguo Testamento se ha elegido un
fragmento del libro de los Proverbios que polemiza con la cultura de la época
helenística: ¿cuál es el origen de
la sabiduría? Para muchos, es fruto del pensamiento humano, tal como
lo han practicado, sobre todo, los filósofos griegos. Frente a esta mentalidad,
el autor del texto de los Proverbios afirma que la verdadera sabiduría es
anterior a nuestras reflexiones y estudios; y lo expresa presentándola junto a
Dios muchos antes de la creación del mundo, acompañándolo en el momento de
crear todo.
¿Por qué se eligió esta lectura? San Pablo, en la primera carta a los Corintios, dice que Cristo es “sabiduría de Dios” (1,24). Y la carta a los Colosenses afirma que en Cristo “se encierran todos los tesoros del saber y del conocimiento” (Col 2,3). Este fragmento del libro de los Proverbios, que presenta a la Sabiduría de forma personal, estrechamente unida a Dios desde antes de la creación y también estrechamente unida a la humanidad (“gozaba con los hijos de los hombres”) parecía muy adecuado para recordar al Padre y al Hijo en esta fiesta.
Dios presente en los sufrimientos
(2ª lectura)
Curiosamente, en este texto, que menciona claramente a las tres personas, los grandes beneficiarios somos nosotros, como lo dejan claro las expresiones que usa Pablo: “hemos recibido”, “hemos obtenido”, “nos gloriamos”, “nuestros corazones”, “se nos ha dado”. Él no pretende dar una clase sobre la Trinidad, adentrándose en el misterio de las tres divinas personas, sino que habla de lo que han hecho por nosotros: salvarnos, ponernos en paz con Dios, darnos la esperanza de alcanzar su gloria, derramar su amor en nuestros corazones. Para Pablo, estas ideas no son especulaciones abstractas, repercuten en su vida diaria, plagada de tribulaciones y sufrimientos. También en ellos sabe ver lo positivo.
Dios presente en las dudas
(evangelio)
El evangelio, tomado de Juan, también menciona
a Jesús, al Espíritu y al Padre, aunque la parte del león se la lleva el Espíritu, acentuando lo que hará por
nosotros: “os guiará hasta la verdad plena”, “os comunicará lo que está por
venir”, “os lo anunciará”.
Pienso que el texto se ha elegido porque habla
de las relaciones entre las tres personas. El Espíritu glorifica
a Jesús, y todo lo recibe de él. Por otra parte, todo lo que tiene el Padre es de Jesús. Tampoco Juan
pretende dar una clase sobre la Trinidad, aunque empieza a tratar unos temas
que ocuparán a los teólogos durante siglos.
Para entender el texto conviene recordar el
momento en el que pronuncia Jesús estas palabras. Estamos en la cena de
despedida, poco antes de la pasión. Sabe que a los discípulos les quedan muchas
cosas que aprender, que él no ha podido enseñarles todo. Surgirán dudas,
discusiones. Pero la solución no la encontrarán en el puro debate intelectual y
humano, será fruto del Espíritu, que irá guiando hasta la verdad plena.
En la situación actual de la
Iglesia, con problemas nuevos y de difícil solución, debemos pedir al Espíritu
Santo que nos guíe “hasta la verdad plena”.
Reflexión final
En numerosas ocasiones, la liturgia repite la
fórmula “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”. Es fácil caer en la
rutina y rezarla mecánicamente. Hoy es el día más indicado para darle todo su
valor, igual que a la recitación del Gloria, que se extiende en la alabanza del
Padre y del Hijo (aunque al Espíritu solo lo menciona de pasada).
P. Leonardo
1. Jesús
habla siempre del Padre. Yo y el Padre somos uno
2. Y al
final, nos deja su Espíritu, su aliento, sus enseñanzas, sus medios y estilos…
3. Maravilla:
estamos bajo una maravillosa, inesperada protección. Tenemos un Padre, tenemos
a su Hijo que se vuelca en nuestras entrañas y nos deja su Espíritu, su alma,
su yo.
4. Bautizados en el nombre del Padre…cuando trabajamos, cuando pecamos, cuando nos arrepentimos, cuando salimos del egoísmo (maravillosa experiencia defensiva…) y nos lanzamos a vivir y proclamar las maravillas de Dios, llenamos nuestra vida, nuestra función en el mundo…y morimos en los brazos de Dios. ¡menuda gracia!
5. No hay
un Dios mejor que nuestro Dios.
6. Empiezo el día: en el nombre del Padre…y participo en la Eucaristía, en el nombre del Padre y oriento mi vida; en el nombre del Padre y y del Hijos y del Espíritu Santo. Y proyecto mi trabajo, colaboro en hacer un mundo más de Dios, espero y lucho. Amén, amén, amén.
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