"Ventana abierta"
Comentarios breves de D. Benjamín González Buelta, S.J.
¿De qué vivimos? ¿Cuál es nuestro alimento sustancial? En la fe de los judíos estaba grabado a fuego que Dios los alimentó en la travesía del desierto. los sequedales y dunas de arena ardiente no eran terrenos aptos para encontrar alimento, y el hecho de estar en camino no les permitía organizar cultivos de largo plazo, que exigen permanencia. Sin el alimento encontrado como don hubiesen muerto. En la dureza de nuestros desiertos, Jesús es el verdadero pan, un alimento que nos da una vida eterna que atraviesa los instantes y los dinamiza.
Muchos alimentos "perecederos", nos movilizan para conseguirlos y disfrutarlos. Se nos ofrecen pequeños sorbos de dicha que se evapora con rapidez como se diluye en nuestros cuerpos la euforia química. Existe un alimento que no perece y que nos permite vivir según la "nueva condición humana, creada a imagen de Dios". (Efesios 4, 24), la que se nos ofrece en el Hijo encarnado. La vuelta constante a Jesús, la contemplación de su persona, la participación en la eucaristía, nos permiten ir acogiendo en nosotros esa vida que nos posibilita crecer siempre más en esa novedad que atraviesa los tiempos y se adentra en la eternidad con el mismo Jesús resucitado.
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