"Ventana abierta"
Comentarios breves de Benjamín González Buelta, S.J.
Antes de que le amarren las manos y los pies con cuerdas y con clavos, Jesús quiere poner el gesto que mejor represente lo que siente en ese momento de angustia y de confusión: comer la gran fiesta de la Pascua con sus amigos. Era la celebración del pueblo esclavo que fue liberado por Dios de la opresión de un gran imperio. En aquel tiempo, Dios envió a Moisés para su misión con el pueblo judío. Ahora Dios se envió a sí mismo en el Hijo para la liberación de todos los pueblos.
En el horizonte de Jesús, como en el nuestro, cuando celebramos su Pascua, está la única mesa del Padre donde nos sentaremos todas las personas y generaciones, en comunión entre nosotros y con los frutos de la tierra, para la fiesta sin rivalidades, sin exclusión y sin ocaso.
El modo de preparar esa fiesta es crear la comunidad y vivir en ella, siendo pan y vino para los demás, alimento y alegría, sirviendo en los trabajos más sencillos de la vida cotidiana, lavando los pies de los otros y dejando que otros nos los laven a nosotros, ayudando y siendo ayudados, sin orgullos que nos alejen ni desencantos que nos paralicen.
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