"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
PARÁBOLA DE LOS LABRADORES HOMICIDAS
33 « Escuchad otra parábola. Era
un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un
lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó.
34 Cuando llegó
el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus
frutos.
35 Pero los
labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a
otro le apedrearon.
36 De nuevo
envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la
misma manera.
37 Finalmente les
envió a su hijo, diciendo: "A mi hijo le respetarán."
38 Pero los
labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: "Este es el heredero.
Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia."
39 Y agarrándole,
le echaron fuera de la viña y le mataron.
40 Cuando venga,
pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?»
41
Dícenle: «A esos miserables les dará una muerte miserable arrendará
la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo.»
42 Y Jesús
les dice: «¿No habéis leído nunca en las Escrituras: La piedra que los
constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor
quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?
43 Por eso os digo: Se os quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos.» (Mt. 21, 33-43)
Jesús, habla a los responsables espirituales del
pueblo, a los que interpretan la Ley y los Profetas y la acción
de Dios en cada momento de su historia. Ellos, son
los “santones”, pero no siempre son los santos, fieles a la santidad
de Dios que, “con temor y temblor”, escuchan lo que Dios quiere
decirles. Ellos, buscan que, Dios les diga lo que ellos quieren oír.
Dios-Padre, se enamoró de un Pueblo y lo hizo
suyo. Lo hizo a su imagen y esta, quería que nunca fuera
manchada por las obras malas de los hombres. Por esto, mandó a
sus Profetas que, les hablaban al corazón y les
mostraban, con su vida y su palabra lo que era la santidad de Dios y la
pureza de vida. Pero sabemos bien que, los Profetas, eran
desechados por el Pueblo de Dios y perseguidos.
Y aquí, entra en acción toda esta historia de iniquidad
que, Jesús con esta parábola, quería mostrarles. Los
enviados, los voceros de Dios, eran fieles a
su Señor que, los mandaba para percibir los frutos de una vida
volcada en Dios. Pero, estos labradores, eran malos y a unos
mataron y a otros apedrearon. Dios, el Dueño de la
viña, pensando que su Pueblo, era al final susceptible
de conversión y respetuoso con la voluntad y bondad de su Dios,
les envió a su Hijo Único, ¡a su Hijo Amado! Les dio lo que más quería, para
provocar en ellos el amor y la gratitud hacia quien tanto los
consideraba, con su predilección.
Y sabemos cómo acabó la historia: a Jesús lo
cogieron, lo azotaron y le dieron muerte, ignominiosamente. Y, para INRI, todo
esto, lo hicieron “fuera de la viña”. Ya los salmos les
hablaban, y hoy nos hablan a nosotros de que: “la piedra que
desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Es el
Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro
patente”. Pero Dios-Padre, tuvo la última Palabra, en
este drama del hombre porque resucitó a Jesús y lo sentó a su derecha.
Por esto, Dios, le quitó a su
amado Pueblo, pero ingrato, el Reino de Dios y se lo
regaló, graciosamente, a gentes que nunca oyeron hablar de
Dios, pero ante el anuncio del amor de un Dios que, fue capaz de
hacer estas obras maravillosas y sólo movido por el
amor, ellos, se sentían altamente rendidos y agradecidos y
acogieron a los Profetas y después a Jesús, el Hijo Único, ¡Él, que, era
todo bondad y misericordia!
¡Oh Señor, que, la repetida meditación en tu Palabra, nos mueva a la conversión, a una vida santa, porque, “no quiero ofrendas y sacrificios sino un corazón quebrantado y humillado”. “¡Esto, Tú no lo desprecias”!¡Pero, sabemos, oh Jesús, que, sólo si nos envías, graciosamente tu Espíritu de Santidad, tu Espíritu Santo, podremos ofrecerte un corazón convertido, un corazón en donde abunde la santidad, es decir, la misericordia y el amor. Esto, es lo que te agrada y para lo que nos has creado, porque, sólo en esto, ¡te damos gloria y podemos adorarte como Tú deseas! ¡Jesús, ven en nuestra ayuda! ¡Amén! ¡Amén!
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