"Ventana abierta"
EL AGUA QUE QUERÍA SER FUEGO
Web católico de Javier Olivares
"Ya estoy
cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria pero yo
preferiría ser hermosa y encender entusiasmos. ¡Y ser roja y cálida, y hacer
arder el corazón de los enamorados. Dicen que yo purifico lo que toco, pero más
fuerza purificadora tiene el fuego. ¡Quisiera ser fuego y agua!".
Así pensaba en septiembre el agua de un río de la montaña.
Y como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios
para pedir que cambiara su identidad.
"Querido Dios: Tú me hiciste agua, pero quiero decirte
con todo respeto, que me he cansado de ser transparente; prefiero el color rojo
para mí: desearía ser fuego, ¿puede ser?. Tú mismo, Señor, te identificaste con
la zarza ardiente y dijiste que habías venido a poner fuego a la tierra. No
recuerdo que nunca te compararas con el agua. Por eso, creo que comprenderás mi
deseo. No es un simple capricho. Necesito este cambio para mi realización
personal...".
El agua salía todas las mañanas a su orilla para ver si
llegaba la respuesta de Dios. Una tarde pasó una lancha muy blanca que dejó
caer al agua un sobre muy rojo. El agua lo abrió y leyó:
"Querida hija, me apresuro a contestar tu carta. Parece
que te has cansado de ser agua, yo lo siento mucho porque no eres un agua
cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía
destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tú preparas el camino del
fuego. Mi Espíritu no baja a nadie que no haya sido lavado por ti. El agua
siempre es primero que el fuego".
Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó
a su lado y contempló en silencio. El agua se miró a sí misma y vio el rostro
de Dios reflejado en ella.
Y Dios seguía sonriendo esperando una respuesta...
El agua comprendió entonces que el privilegio de reflejar el
rostro de Dios sólo lo tiene el agua limpia. Suspiró y dijo:
"Sí Señor, seguiré siendo agua. Seguiré siendo tu espejo. GRACIAS".
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