"Ventana abierta"
AGUANTA UN POCO MÁS
Web católico de Javier Olivares
Se cuenta que en
Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del
centro de Londres. Al entrar en una de ellas se quedaron prendados de una
hermosa tacita. "¿Me permite ver esa taza?" preguntó la señora,
"¡nunca he visto nada tan fino!"
En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su
historia: "Usted debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted
está sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era solo un poco de barro. Pero un
artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el momento en que
me desesperé y le grité: "¡Por favor... déjeme en paz ya...!" Pero mi
artesano sólo me sonrió y me dijo: ..."Aguanta un poco más, todavía no es
el tiempo".
Después me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto
calor!... Toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer los
labios de mi artesano que me decían: "Aguanta un poco más, todavía no es
el tiempo."
Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un
estante. Pero, apenas me había refrescado, me comenzó a raspar y a lijar. No sé cómo no acabó conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo. Por último
me aplicó meticulosamente varias pinturas... Sentía que me ahogaba... "Por
favor, déjame en paz", le gritaba a mi artesano; pero él sólo me
decía:..."Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en
otro horno, mucho más caliente que el primero. Ahora sí pensé que terminaba con
mi vida. Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara,
que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero mi artesano solo me decía:
"Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo."
Me pregunté entonces si había esperanza... si lograría
sobrevivir aquellos tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo
aquello. Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó
cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente. Era precioso. Allí todas las
tazas eran maravillosas, verdaderas obras de arte, resplandecían como solo
ocurre en los sueños. No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba en una
fina tienda y ante mí había un espejo. Una de esas maravillas era yo. ¡No podía
creerlo! ¡Esa no podía ser yo!
Mi artesano entonces me dijo: "Yo sé que sufriste al ser
moldeada por mis manos, mira tu hermosa figura. Sé que pasaste terribles
calores, pero ahora observa tu sólida consistencia. Sé que sufriste con las
raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia... y la pintura
te provocaba nausea, pero contempla ahora tu hermosura... ¿Y si te hubiera
dejado como estabas?
"¡Ahora eres una obra terminada! ¡Lo que imaginé cuando
te comencé a formar!".
Querido hermano que lees esta reflexión en Web católico de
Javier. Eres una tacita en las manos del mejor alfarero: Dios. Confíate en Sus
amorosas manos aunque muchas veces no comprendas por qué permite tu
sufrimiento. Aguanta un poco más y serás el hijo o la hija que Él soñó para
toda la eternidad...
Eclesiástico 33:13 "Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor."
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