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lunes, 31 de julio de 2023

Ángelus. "MARÍA MADRE, TÚ ERES MI ESPERANZA". Cap. 59º. Tercer Milenio de la Mano de María. Lunes, 31 - Julio - 2023

  "Ventana abierta"

ÁNGELUS
MARÍA MADRE, TÚ ERES MI ESPERANZA
P. Santiago Martín 
Franciscanos de María

La vez anterior les decía a ustedes, no solamente en otro año, en otro milenio, sino que les dejé a ustedes meditando sobre un momento de la vida de la Virgen especialmente difícil. María que llega a la cruz, que se encuentra con una muralla de odio, María que es tentada por el demonio para participar de ese odio, lógicamente no contra su Hijo -como los fariseos, letrados etc...- sino contra aquellos que odian a su Hijo. Y María que vence el odio, haciendo aquello que Jesús mismo hace en la cruz, perdonando.

Pues bien, me gustaría dar un paso más, ver a nuestra Madre cómo ha logrado ya entrar a través de ese círculo de personas que rodeaban el Calvario para acercarse directamente a la cruz, para estar inmediatamente al pie de la roca del Calvario.

Probablemente debió de ser en aquel momento cuando Jesús abrió los ojos, unos ojos que ya debían de estar prácticamente ciegos por la sangre que caía de su frente, agotado como debía de encontrarse, tanto por lo que había supuesto la tortura de los latigazos, como por el camino a la cruz y por aquella misma crucifixión.

Jesús abrió los ojos buscando a su Madre. Había entre Madre e Hijo una comunicación como sólo puede haber entre una Madre y un Hijo.

Por lo tanto Él debió de sentir que la Madre acababa de llegar, abrió los ojos, miró entre las legañas de la sangre, y la descubrió allí, rodeada de por aquellas mujeres fieles que la acompañaban y también junto a Ella, por fin, a un discípulo, a Juan.

Dice el Evangelio, que en aquel momento Jesús le dijo a María, expresó ante María, una última orden, un penúltimo deseo, le dijo a la Virgen Madre:

"Mujer, ahí tienes a tu Hijo".

Y le dijo a Juan el discípulo:

"Ahí tienes a tu Madre".

Queridos amigos, ¿por qué? ¿Por qué en ese momento cuando ya todo está terminado, por qué esta situación, por qué este deseo?

Hay que entenderlo desde una perspectiva teológica previa; Jesús ha venido para hacer a los hombres hijos de Dios y lo estaba consiguiendo precisamente con su muerte redentora, estaba haciendo que los hombres fuéramos hijos del Padre, de hecho había enseñado a los discípulos a rezar el Padre Nuestro. Pero la fraternidad con Jesús no era completa sólo con tener Padre común, necesitábamos tener Madre también, y, Jesús que quiere que nosotros seamos hermanos de Él, ya nos ha entregado el Padre y ahora tiene que entregarnos la Madre, Madre común de Cristo y nuestra.

Bien, hasta ahí parece todo muy bonito pero, ¿qué debió de sentir la Virgen? Ella, estoy seguro, de que no debió de resultarle muy difícil perdonar a Juan, a Pedro, a Santiago, que habían sido unos cobardes traidores -unas horas antes Pedro había negado hasta que conocía a Jesús- si había sido capaz de perdonar momentos antes a los fariseos que insultaban a Cristo, no creo que le resultara muy difícil perdonar a Pedro, perdonar a los discípulos. Pero hombre, perdonar, de perdonarles a sentirles como sus hijos hay un gran paso. ¿Podría Ella amar tanto, que fuera capaz de amar como a un hijo a aquellos que habían sido unos traidores para con Jesús?

Y además, Ella sabía y Jesús también, que no estaba pidiéndole solamente la maternidad con Juan, ni siquiera con los apóstoles representados por Juan, sino que estaba pidiéndole la maternidad con todos, con todos nosotros, también con los pecadores. Él estaba pidiéndole a su Madre que fuera Madre de los pecadores, Madre nuestra, Madre de cada uno de nosotros, que cuando ofendemos a Jesús, estamos ofendiendo también a María.

¿El amor de María podía ser capaz de llegar hasta ese extremo?

¿Podría ser capaz María de aceptar como hijos, no solamente a los discípulos, sino hasta los enemigos de Cristo? ¿No sólo perdonar, sino amar con esa medida especial con que una Madre ama a un hijo?

Eso fue lo que Cristo le pide y, eso fue lo que la Virgen concede. Es un misterio de amor extraordinario, es una vez más donde se nos muestra a María con esa capacidad espectacular para tener amor y para obedecer a su Hijo.

Quisiera invitarles a ustedes a que fueran, por ejemplo  a Cadaqués a visitar a María que se la venera como "Madre de la Esperanza" o a la parroquia de San Francisco en Santander donde también se la venera precisamente con esta advocación "Madre de la Esperanza". ¿Y por qué?

Porque ahora tenemos que verle a Ella, no en la esperanza que Ella tenía, sino en la medida en que Ella, por amor a nosotros se convierte en Esperanza nuestra.

María Madre, Madre que no merezco, Tú eres mi Esperanza, si me has querido tanto, si eres capaz de quererme como a un hijo aunque no lo merezca, Madre, ahí encuentro yo precisamente mi Esperanza.

Feliz día para todos.

 

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