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domingo, 23 de julio de 2023

Ángelus. "DESPEDIDA DE LA VIRGEN MARÍA Y JESÚS". Cap. 52º. Tercer Milenio de la Mano de María. Domingo, 23 - Julio - 2023

  "Ventana abierta"

ÁNGELUS
DESPEDIDA DE LA VIRGEN MARÍA Y JESÚS

P. Santiago Martín 
Franciscanos de María

Aunque la vez pasada les hablé de lo que fue el último acto de la vida pública de Jesús , me refiero al momento de la Última Cena, de cómo la Virgen María vivió aquello sin hacer un drama, sin pensarse marginada, sin creer que Ella por no haber sido sacerdotisa había sido echada en menos. 
Aunque ya he hablado de esto como último acto pública, posiblemente podríamos decir que esta debió de ser la despedida entre la Madre y el Hijo en Betania lo que marcó precisamente ese final.
Esa despedida no resultó en absoluto sencilla para María, debido a la relación que tenían Madre e Hijo esa despedida debió de ir precedida por algún tipo de explicación, no estoy seguro de si Jesús le dijo a su Madre todo lo que Él sabía que iba a ocurrir; posiblemente hubiera sido demasiado cruel para María enterarse de los detalles, pero algo debió de insinuarle y sobre todo debió decirle con bastante claridad, de que pasara lo que pasara Ella debía mantener la fe, que pasara lo que pasara Ella debía seguir creyendo que el final iba a ser bueno y que la Resurrección existe, y que al final el amor de Dios siempre triunfa.
Y también posiblemente le debió de pedir que creyera en Él porque iba a necesitar muchísimo de esa fe y, que esa fe quizá iba a ser su único apoyo.

Yo me imagino a la Madre y al Hijo despidiéndose en Betania, quizá saliendo juntos por el camino que lleva hacia Jerusalén, yendo los apóstoles ignorantes de todo, quizá contentos por delante de Ellos; Jesús y su Madre quedándose rezagados detrás, y la Madre sabiendo que era el final, y su Hijo Jesús sabiendo que era el final. Y me los imagino sin hacer escenas, no me imagino ni a María llorando, ni a la Virgen de rodillas ante su Hijo, aferrándose a su túnica gritándole: 
"No te vayas, desobedece al Padre, quédate conmigo, huyamos juntos. 
No me imagino a la Virgen haciendo eso.
Probablemente tampoco le dijo: 
¡Vete, adelante!
No lo sé. 
Seguramente la suya fue una despedida silenciosa, una despedida donde Ella intentó controlar sus lágrimas para que no pesara en el corazón y en el ánimo del Hijo, para que no pesara un dolor más, posiblemente se limitó a darle un abrazo más fuerte de lo normal, acariciar con sus manos de Madre las mejillas de su Hijo por última vez, porque por última vez le iba a ver y le iba a poder tocar así, vivo, joven, hermoso, fuerte. Y después Jesús se marchó, y quizá unos metros más adelante volvió la cabeza para mirar a su Madre que aguantaba a pie firme, y quizá cuando ya el último recodo del camino impidió que se vieran, fue cuando María cayó al suelo y María se vino abajo, pero no porque perdiera la fe, sino porque perdió las fuerzas.

"María de la Despedida" es la Madre y es la mujer, y es también el padre y el hombre, y el amigo que ve partir al ser querido y que sabe, intuye, que quizá es el final, es la hora de la despedida, es esa hora en la cual ya no sabemos qué va a ocurrir, no sólo con nosotros, sino con esa persona que tanto queremos, y es por eso la hora de decirle a Dios que aceptamos su voluntad y que estamos dispuestos a lo que Él quiera, que no entendemos, pero que creemos, y que queremos mantenernos firmes, que no queremos añadir con nuestro dolor, un dolor aún mayor en el ser querido que ya está sufriendo también por su parte lo suyo.

Acudamos por ejemplo a la "Virgen de la Soledad" en el pueblo de aceuchal en Badajoz. 
O a la "Virgen de la Soledad" que se venera en la misma Catedral de la capital de Badajoz.
Acudamos allí a pedirle a la Virgen que en medio de nuestra soledad nunca nos falten su fuerza, que seamos como Ella:
Capaces de resistir.
 Capaces de aguantar a pie firme.
Capaces de no ponernos en contra de la voluntad de Dios, Capaces de no decirle a la persona querida cuando marcha a hacer lo que Dios quiere de ella, que deje de hacerlo. 
Capaces de aguantar nosotros, para ayudar a aquel al que ya le está costando bastante hacer lo que Dios le pide.
Capaces de respetar la voluntad de Dios en el otro y de no pretender que el otro se convierta en una posesión nuestra, para que en lugar de hacer lo que Dios le pide, haga lo que nosotros queremos.

Feliz día para todos.

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