"Ventana abierta"
ÁNGELUS
MADRE DE LA DIVINA GRACIA
MADRE DE LA DIVINA GRACIA
P. Santiago Martín
Franciscanos de María
Franciscanos de María
En esta mañana, me gustaría meditar sobre lo que
significaron las Bodas de Caná, la presencia de María en aquel acontecimiento
como impulsora del primer milagro de Jesús, del lanzamiento de Jesús a su vida
pública.
Quisiera terminar en esta meditación sobre las Bodas de Caná comentando un título que le damos a la Santísima Virgen, que lo decimos cuando rezamos las letanías, y que me parece especialmente significativo: "Madre de la Divina Gracia".
Quisiera terminar en esta meditación sobre las Bodas de Caná comentando un título que le damos a la Santísima Virgen, que lo decimos cuando rezamos las letanías, y que me parece especialmente significativo: "Madre de la Divina Gracia".
Naturalmente cuando hablamos de María como Madre, aunque
después digamos otro tipo de cosas como: "De la Divina Gracia",
estamos refiriéndonos a María como Madre de Jesús y, por ser Madre de Jesús y
ser Jesús verdadero Dios, la llamamos con toda propiedad "María, madre de
Dios".
Pero ese apelativo de
"La Divina Gracia" viene precisamente de que Jesús es "La Gracia
de Dios", es Dios Todopoderoso, igual que el Padre, igual que el Espíritu
Santo, tienen una naturaleza común, y que, por lo tanto, es de Jesús del cual
proceden todas las gracias.
"María, Madre de la Divina Gracia" es Aquella que se encuentra ante su Hijo y, que tal y como vemos en las Bodas de Caná, consigue de su Hijo una gracia particular, un favor, un milagro, en este caso la conversión del agua en vino.
"María, Madre de la Divina Gracia" es Aquella que se encuentra ante su Hijo y, que tal y como vemos en las Bodas de Caná, consigue de su Hijo una gracia particular, un favor, un milagro, en este caso la conversión del agua en vino.
Hay que darse cuenta de que en aquel momento, en aquella
circunstancia de que se les había acabado el vino en la fiesta de las bodas,
estaban también por ejemplo, los amigos de Jesús, no sabemos si se dieron
cuenta o no del problema, porque quizá María, Mujer más perspicaz, se dio
cuenta antes que los demás.
Pero probablemente si se hubieran dado cuenta no se hubieran
atrevido a decirle al Maestro algo que al Maestro le pudiera importunar. De
hecho ya hemos comentado la actitud de Cristo, una primera actitud de Cristo
era la de no implicarse:
"Mujer, no ha llegado mi hora" -le dijo a su Madre-.
Pero la Madre es distinta, la Madre tiene un cierto poder sobre el Hijo, Ella como criatura es por supuesto inferior al Creador, Ella como discípula está por debajo del maestro, pero Ella como Madre, siguiendo el orden de la naturaleza humana, está -digamos- por encima de su Hijo y utiliza ese ascendiente que tiene para pedirle al Hijo que haga el bien hacia alguien que tiene un problema y, esto es un hecho histórico, no solamente porque María lo pide, sino porque el Hijo la obedece.
"Mujer, no ha llegado mi hora" -le dijo a su Madre-.
Pero la Madre es distinta, la Madre tiene un cierto poder sobre el Hijo, Ella como criatura es por supuesto inferior al Creador, Ella como discípula está por debajo del maestro, pero Ella como Madre, siguiendo el orden de la naturaleza humana, está -digamos- por encima de su Hijo y utiliza ese ascendiente que tiene para pedirle al Hijo que haga el bien hacia alguien que tiene un problema y, esto es un hecho histórico, no solamente porque María lo pide, sino porque el Hijo la obedece.
Por tanto, en ese milagro de Caná, vemos a María como
Aquella que consigue del Hijo una gracia, un bien, un favor, un milagro.
¿Es la Mediadora -como algunos pretenden- de todas las gracias?
Eso está en discusión y, yo creo, que son los teólogos seleccionados por el Vaticano y, en último extremo el Santo Padre que es el que tiene realmente el poder de decir cuándo un dogma nuevo se puede proclamar, son ellos los que tienen que estudiarlo, los que tienen que decidirlo, no nos compete a nosotros, sencillos, entrar en esas cuestiones. Lo que nosotros sí que sabemos es que María, gracias a María, nos vienen muchas gracias, ¿todas? No lo sé, pero desde luego muchas, muchísimas, sí que lo sabemos.
¿Es la Mediadora -como algunos pretenden- de todas las gracias?
Eso está en discusión y, yo creo, que son los teólogos seleccionados por el Vaticano y, en último extremo el Santo Padre que es el que tiene realmente el poder de decir cuándo un dogma nuevo se puede proclamar, son ellos los que tienen que estudiarlo, los que tienen que decidirlo, no nos compete a nosotros, sencillos, entrar en esas cuestiones. Lo que nosotros sí que sabemos es que María, gracias a María, nos vienen muchas gracias, ¿todas? No lo sé, pero desde luego muchas, muchísimas, sí que lo sabemos.
Y por lo tanto lo que tenemos que hacer, queridos amigos, es
acudir a María, tendríamos que tener a la Virgen, siempre en un trabajo, casi
-diría yo- extenuante, no la dejen en paz, no la dejen en el paro, acudan a
María, acudan a pedirle ayuda.
No hagan caso a aquellos que dicen, que a Dios, a la Virgen, o a los Santos no hay que pedirles cosas.
Hay que pedirles cosas, lo dijo Jesús:
"Pedid y se os dará".
No hagan caso a aquellos que dicen, que a Dios, a la Virgen, o a los Santos no hay que pedirles cosas.
Hay que pedirles cosas, lo dijo Jesús:
"Pedid y se os dará".
Lo que hay que hacer es saber qué es lo que hay que pedir y,
no sólo pedir. Por ejemplo, hay que pedir cosas que necesitamos para la vida,
para la salud, para el trabajo. Pero por ejemplo, ¿por qué no pedimos la Gracia
de Dios?
¿Por qué no pedimos la conversión?
¿Por qué no pedimos la santidad?
De hecho, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas, incluso aquellas que todavía no están aprobadas por la Iglesia -por supuesto no condenadas- sobre todo aquellas que ya están aprobadas: Fátima, Lourdes, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas se produce el mismo fenómeno, una multiplicación de conversiones. Y es muy frecuente ver en esos sitios cómo abundan los confesionarios, porque hay mucha gente que llegando allí, a veces para pedir un milagro físico, se encuentran con el corazón tocado por la Virgen y, lo que reciben es el gran milagro de la conversión.
¿Por qué no pedimos la santidad?
De hecho, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas, incluso aquellas que todavía no están aprobadas por la Iglesia -por supuesto no condenadas- sobre todo aquellas que ya están aprobadas: Fátima, Lourdes, en todos los sitios donde ha habido apariciones marianas se produce el mismo fenómeno, una multiplicación de conversiones. Y es muy frecuente ver en esos sitios cómo abundan los confesionarios, porque hay mucha gente que llegando allí, a veces para pedir un milagro físico, se encuentran con el corazón tocado por la Virgen y, lo que reciben es el gran milagro de la conversión.
Les invito a ustedes a que en esta ocasión acudan ante Nuestra Señora de Altagracia, venerada en Siruela, provincia de Badajoz.
O en cambio en Alcaudete donde veneran a la Virgen de
Gracia.
Allí acudan ustedes a pedirle la ayuda, la gracia a la Santísima Virgen María. No es Ella la que hace los milagros, Ella es la que consigue que Jesús haga los milagros.
Pídanle a Ella que su Hijo les haga los milagros que necesiten. Pídanle sobre todo que les haga el milagro de la propia conversión.
Allí acudan ustedes a pedirle la ayuda, la gracia a la Santísima Virgen María. No es Ella la que hace los milagros, Ella es la que consigue que Jesús haga los milagros.
Pídanle a Ella que su Hijo les haga los milagros que necesiten. Pídanle sobre todo que les haga el milagro de la propia conversión.
Feliz día para todos.
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