"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
La Biblia dice: "Da y recibe"
(Sirácides 14,16). El amor verdadero no es sólo dar, no es sólo hacer cosas por
los demás. Es también recibir de los demás y aprender de ellos con humildad.
No basta derramarme en el otro, hacerme fecundo
en él. También tengo que disponerme a recibir algo de él, a reconocer el
inmenso valor del hermano.
Cuando el apóstol San Pablo habla del cuerpo
místico y de la importancia de los dones de todos, allí la actitud negativa que
se describe no es la de no querer dar, sino precisamente la de no querer
recibir de los demás, la de no saber gozarse en el don del hermano: "No
puede el ojo decir a la mano: 'No te necesito'... Si un miembro es honrado,
todos los demás toman parte de su gozo." (1 Corintios 12,21.26).
La capacidad de beber de cántaro del hermano es
fuente de un gozo especialísimo.
¿Acaso puede haber verdadero amor en una pareja si uno de los dos se encierra
en sus esquemas, si se siente salvado en sus seguridades, y ya no es capaz de
aprender del otro? ¿Ama de verdad alguien que ya no es capaz de admirarse del
otro, o de escucharlo con interés, o que siente que ya no lo necesita?
El amor que derrama el Espíritu es una capacidad de dar y también de recibir, porque nos hace reconocer que no somos dioses y que necesitamos de los demás.
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