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miércoles, 7 de junio de 2023

Ángelus. "ALÉGRATE MARÍA". Tercer Milenio de la Mano de María. (Cap. 14º). Miércoles, 7 - Junio - 2023

 "Ventana abierta"

ÁNGELUS
ALÉGRATE MARÍA

P. Santiago Martín 
Franciscanos de María

Buenos días amigos

Quisiera terminar hoy esta etapa de meditación acerca de ese momento inicial de la Encarnación del Señor, comentando la frase con que el Ángel Gabriel había saludado a María, ese Ave María, que quizá podríamos traducir como "Alégrate María". Naturalmente, alégrate María, porque la Virgen iba a ser Madre del Mesías, si Ella aceptaba, ¿verdad? 
Y Alégrate María por el resultado final; pero para llegar a ese resultado final -como ya les comenté a ustedes, nos dice el P. Santiago- había que dar unos pasos, y esos pasos no eran sencillos; el paso del embarazo, el embarazo siendo una madre soltera, es decir, una muchacha no casada, y el embarazo es una cosa que se nota, que no se puede ocultar, especialmente de las miradas escudriñadoras de las vecinas que estaban siempre atentas a cualquier cosa.

¡Cuánto debió de soportar la Virgen! Cuando quizá alguna al verle pasar, envidiosa por toda esa fama de bondad que tenía la Virgen, debió de decir alto, para que Ella o para que su madre Ana lo oyera:
"¡Mira esa mosquita muerta", o fíate de las aguas mansas!"
Con qué saña se debieron cebar en Ella, esas lenguas que sin duda no faltaban entre las vecinas de Nazaret.

Todo eso lo sabía María. Todo eso lo aceptó confiando en Dios, sabiendo que aunque fuera en el último instante, Dios que le había metido en aquel lío no la iba a dejar sola.
Así ocurrió como ustedes saben, el Ángel habló con José, José sorprendido con unos cambios de planes, pero dócil también él a la bondad de Dios, aceptó a María como esposa respetando su virginidad, y aceptando un hijo que no era suyo, al cual dio él -entre comillas- "apellido", aceptando que ese hijo fuera además su único hijo, también para el futuro padre adoptivo de Jesús.
Pues bien, esa seguridad de que Dios no la iba a dejar sola, no le ahorraba las dificultades, pero cuando los problemas hubieron pasado, ¡qué inmensa alegría! ¡Qué enorme sensación de triunfo!
Es como aquel viejo Salmo: 
"Al ir iba llorando llevando las semillas al volver vuelve cantando trayendo las gavillas".
Es decir, para tener el gozo del éxito hay que haber pasado por las dificultades, del trabajo, del esfuerzo.

Creo que eso es también una lección para nosotros; porque normalmente queremos los resultados aquí y ahora, pero no queremos pagar el precio necesario para conseguir esos resultados, queremos que nos lo regalen, no queremos poner nuestro esfuerzo para lograrlos.
Es muy frecuente encontrar personas jóvenes, mayores también, que expresan buenos deseos: 
"Estoy a favor de la solidaridad mundial".
"Estoy en contra de la deuda del tercer mundo".
"Estoy en contra de las guerras, quiero que se acaben las matanzas".
Son hermosos deseos, nobles deseos, es bueno que todos tengamos esos deseos.

Me recuerdo un chiste, una viñeta que leí hace años:
Estaba un muchacho tumbado en una cama leyendo un periódico donde hablaba de todas estas cosas y decía: "estoy a favor de la paz" y, a continuación decía: ¡mamá, tráeme el café a la cama!".
Oye, tú estás a favor de la paz, y eres un consumidor, eres una persona que no se priva de nada, eres una persona que quieres que haya paz y que haya justicia, y que no haya hambre... pero, ¿tú qué haces para poner los medios?
Nosotros no podemos ser personas que tienen grandes deseos en el corazón y pocas obras en las manos.

Tenemos que imitar a María, que efectivamente quiere la paz y la justicia, pero sabe poner los medios para que eso se produzca, sabe pagar el precio para que eso se produzca.

Les invito a ustedes a ir a una Ermita, un Santuario que está cerca del pueblo de Xinzo de Limia en orense, el Santuario donde se venera a la Virgen de los Gozos. La Virgen de los Gozos, para alegrarse con maría que es la Llena de Gracia, que es Aquella que verdaderamente ha triunfado, que ha pasado por las penalidades y que ha conseguido aquello que Dios le había dicho que iba a lograrlo.
Y allí o en cualquier otro sitio, cualquier otro Santuario donde se venera a la Virgen, podemos decirle a nuestra Señora: Ayúdame a ser como Tú.
 Ayúdame a no dar largas.
 Ayúdame a no dar excusas.
 Ayúdame a no quedarme eternamente mirando los toros desde la barrera.
 Ayúdame a no ser un criticón de lo que está sucediendo: ¡qué mal que lo hace este, qué pésimamente lo hace el otro, ay que ver los políticos, hay que ver tal o cuál grupo...! Y yo, ¿qué?
Ayúdame a mirarme en el espejo y a preguntarme cada día:
 ¡Y yo, ¿qué?!
¿Qué es lo que depende de mí? Esa es mi responsabilidad.

Ayúdame, le tenemos que decir a María, a ser como Tú, para que un día también a mí, después del esfuerzo, el Ángel pueda decirme: 
"¡Alégrate, porque has triunfado!"

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