"Ventana abierta"
ÁNGELUS
LAS MOLESTIAS DE LA PARTIDA
María creyó y dijo Sí.
Todo fue precisamente por haber creído, porque le dijo al Señor Sí en aquel mediodía de los tiempos.
Apenas el Señor bajó a tu pobreza comenzaron tus partidas:
El ángel se alejó y Tú te fuiste sin demora a una montaña de Judá, allí hiciste felices a Isabel tu prima, y al niño que llevaba en sus entrañas. Cumplida tu tarea regresaste sencillamente a tu casa.
Otro día cuando esperabas en tu silencio de Nazaret te llegó otra orden de partida a Belén de Judá, la ciudad de David, porque allí en la Casa del Pan había de nacer el Niño.
Tu partida costosa fue el preanuncio de la Salvación que ya llegaba a la primera Nochebuena de los siglos.
Una noche inesperadamente el ángel del Señor le habló a tu esposo, y José se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre y se fue a Egipto. Fue la tercera vez que pedían tu partida.
Y más tarde todavía, cuando ya te habías acostumbrado a lo previsorio del destierro, otra vez el ángel del Señor habló a José, y le dijo:
"Levántate, toma al Niño y a su Madre y regresa a la tierra de Israel".
Tu vida estaba señalada por las despedidas.
Pues tenemos que pedir a María, que nos ayude de verdad a ser valientes. A saber también nosotros ponernos en camino siempre y en todo momento. A tener el coraje de partir, de no instalarnos.
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