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miércoles, 24 de agosto de 2022

RINCÓN PARA ORAR. "RABÍ, TÚ ERES EL HIJO DE DIOS". Miércoles, 24 - Agosto - 2022

   "Ventana abierta"

RINCÓN PARA ORAR


SOR MATILDE

RABÍ, TÚ ERES EL HIJO DE DIOS

45 Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»

46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»

47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»

49 Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»

50 Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»

51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.» (Jn. 1,45-51)

Los discípulos, se encontraban unos a otros y se comunicaban el gran hallazgo: “¡hemos encontrado al Mesías, el Cristo, ¡de quién escribieron Moisés en la Ley y los Profetas!”. ¡Esta, era una gran noticia que les cambiaba a todos el corazón y por tanto la vida! Pero cuando Felipe encuentra a Natanael, haya en él, un gran escepticismo al saber que procedía de Nazaret, una tierra de Galilea despreciable para un buen israelita, ¡y Natanael lo era! Entonces Jesús, viendo de lejos esta escena y sabiendo de su desprecio, cuando Felipe le anunciaba el encuentro con el Mesías, Éste, se le acerca sigilosamente al corazón y le empieza a desvelar secretos que sólo Natanael conocía: “te vi debajo de la higuera!”. No sabemos que vio de él Jesús, pero Natanael sí que lo sabía y el Maestro de Nazaret, lo puso en evidencia.

Como Natanael no era hombre con doblez, sino como dijo Jesús: “un israelita sin engaño”, inmediatamente interpretó estos signos como del Mesías, verdaderamente. Y no sólo esto, sino que lo confesó como “el Hijo de Dios”. Jesús ante la fe firme de éste, ya su discípulo, les aseguró que, adhiriéndose a Él, “verían en un futuro, el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”.

La llamada a los discípulos, siempre es con voz imperiosa de Jesús que, de una u otra forma, les dice: “¡Ven y verás!”. Ir tras de Jesús y verle, son los dos pasos de un seguidor de Jesús. Al ir tras sus huellas, nos vamos asimilando a Él, para vivir lo que Él vivió y el Amor que, era el continuo motor de todas sus acciones. El Espíritu Santo que, es Amor, nos acompaña en cada paso, por eso, es Jesús el que primero da el paso para entrar en sus huellas.

Y después de estar en “Buen Camino”, Él, nos revela Misterios que, están fuera de nuestro entender, aspiraciones y deseos. ¿O es que podemos añorar aquello de lo que no hemos oído o visto nunca?: Jesús, es la revelación del Padre a nuestros pequeños y torpes corazones, para abrirles a Misterios que superan nuestra capacidad.

Jesús, llamó a Natanael y lo envolvió en su gracia, de la que ya nunca jamás saldrá, sino que, fue creciendo día a día en un amor y entrega al Mesías-Dios, hasta dar su vida en la predicación de esta Buena Nueva que, un día lo llamó, lo arrastró y lo cautivó. Pero es que Jesús a todos nos llama a seguirle, de una manera u otra.Y su voz, que se oye en lo interior, es porque quiere darnos su Reino y tenernos junto a Sí, por toda la eternidad.

¡Tengamos nuestros oídos bien abiertos y nuestra voluntad dispuesta: “Él, está a la puerta y llama, si alguno oye y me abre, ¡entraré y comeremos juntos!” ¡Qué gran condescendencia y amor el que nos tiene Jesús! ¡Él, no desistirá nunca en llamarnos!: ¡Ven, ven!, una y otra vez, porque su bondad es infinita y como es nuestra Cabeza, no quiere, ni ya puede estar separado de su Cuerpo, su Iglesia, nosotros, los de cerca y los de lejos. ¡Devolvamos amor por Amor, y nuestra vida irá transformándose en otro Cristo que, sólo sepa de Amor y de dar nuestra vida por los hermanos, como Jesús! ¡Amén, Amén!...

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