"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
POR LA PUERTA ESTRECHA, ENTRAN LOS QUE SE SALVAN
22 Atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén.
23
Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo:
24
« Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán
entrar y no podrán.
25
« Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que
estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: "¡Señor, ábrenos!" Y os
responderá: "No sé de dónde sois."
26
Entonces empezaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y has
enseñado en nuestras plazas";
27
y os volverá a decir: "No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los
agentes de injusticia!"
28
« Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y
Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan
fuera.
29
Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa
en el Reino de Dios.
30
« Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos. » (Lc. 13,
22-30)
Aquí
se habla de “pocos” y de “muchos”. Uno, le pregunta a Jesús si serán pocos los
que se salvan y Él, le responde afirmando que, muchos querrán entrar en el
Reino y no podrán, serán rechazados porque sí, escucharon al Mesías y se
rozaron con Él, hasta comer y beber en su misma mesa, pero su vida distaba
mucho de poner en práctica el Amor que, es el único mandamiento que Jesús nos
predicó: amor a Él y a su Padre que, es lo mismo y amor al hermano.
Y
es que, ésta, es la única puerta que existe para entrar en el Reino. No es
cuestión de “muchos” o “pocos”, sino de “los justos”, es decir, los que Dios ha
justificado y son, ni más ni menos “los exactos” que, el Señor ha visto, son de
su agrado. Y es que, el camino que lleva a la vida puede asustar, en una visión
superficial, porque “la puerta estrecha”, nos habla de angostura, pero también
nos dice que esa Puerta, es Jesús.
Amarse
a sí mismo por encima de todo, es una puerta muy ancha donde yo puedo moverme a
mí antojo y gusto. Pero Jesús, con su vida, ha venido a enseñarnos que el amor
hace fáciles todas las cosas que, se refieren a su voluntad santa. Y esta
voluntad divina, muy a menudo, nos pide el olvido de uno mismo para que,
poniendo yo el Amor de Dios, otros, puedan vivir y conocer a Jesús que, es esta
Puerta estrecha y ese Camino angosto pero lleno de luz y claridad para mis
pasos y donde no caben tropiezos, por causa de la oscuridad, como sucede a
menudo cuando vamos por la vida apoyados en el bastón de mi “yo”. “Dios es luz sin
tiniebla alguna” y esto, nos llena de paz y seguridad.
Aunque
seamos los seguidores de Jesús, los de la última hora, tengamos confianza, pues
“hay últimos que,serán los primeros y primeros que serán últimos”. Y tenemos el
ejemplo de “el buen ladrón” que, dolorido junto a Jesús, no se paró en su
cuerpo destrozado y en su impotencia, sino que supo vislumbrar, a través de esa
Puerta estrecha, del Cuerpo de Jesús, todo roto, el torrente de luz de su
divinidad y señorío y le pidió la mano para ser arrastrado por Él, y con Él,
hasta la Gloria del Padre.
Sepamos
ser “listos” para arrebatar el cielo, cuando parezca que todas las nubes de
nuestra vida herida o desencuadernada nos afirmen otra cosa. Jesús, nos tiende
siempre la mano para que, nos sentemos con Él, a la mesa en su Reino. Escojamos
siempre “la Puerta” por la que pasó Él, para invitarnos a superar nuestros
desánimos o cobardías, pues la suplica amorosa de seguirle, nos dará su gracia
que, es poderosa para fortalecernos y, sobre todo, para decir a Jesús: “voy
contigo dondequiera que vayas”. La Puerta que, es Jesús, está siempre abierta
invitándonos con sus brazos para ya no salir de Ella, nunca jamás.
¡Qué
el Señor nos tenga junto a Sí y nos cubra de amor y misericordia, pues nosotros
somos pobres y débiles y “no sabemos nunca pedir lo que nos conviene”!, pero
el Espíritu Santo está presto para que veamos el Camino y con su Luz y su
Fuerza, le sigamos con sencillez y alegría!
¡Que así sea Jesús, por tu inmensa bondad y amor! ¡Amén!...
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