"Ventana abierta"
REFLEXIÓN PARA EL VIERNES DE LA
VIGÉSIMA SEMANA DEL T.O. (2)
Un fariseo se acercó a Jesús y le preguntó: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”.
La lectura evangélica que nos propone la
liturgia para hoy (Mt 22,34-40) nos dice que un fariseo se acercó a Jesús y le
preguntó: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?”. Los fariseos
y los escribas tenían prácticamente una obsesión con el tema de los
mandamientos y los pecados. La Mitzvá contiene 613 preceptos
(248 mandatos y 365 prohibiciones), y los escribas y fariseos gustaban de
discutir sobre ellos, enfrascándose en polémicas sobre cuales eran más
importantes que otros.
La respuesta de Jesús no se hizo esperar:
“‘Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu
ser’. (Dt 6,4-5). Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es
semejante a él: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’ (Lv 19,18). Estos dos
mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas”.
Si leemos el libro del Deuteronomio, este
mandamiento está precedido por “Escucha, Israel” (el famoso Shemá)…
Tenemos que ponernos a la escucha de esa Palabra que es viva y eficaz, más cortante
que espada de dos filos (Hb 4,12-13), que nos interpela. Una Palabra ante la
cual no podemos permanecer indiferentes. La aceptamos o la rechazamos. No se
trata pues, de una escucha pasiva; Dios espera una respuesta de nuestra parte.
Cuando la aceptamos no tenemos otra alternativa que ponerla en práctica, como
los Israelitas cuando le dijeron a Moisés: “acércate y escucha lo que dice el
Señor, nuestro Dios, y luego repítenos todo lo que él te diga. Nosotros lo
escucharemos y lo pondremos en práctica”. O como le dijo Jesús a los que le
dijeron que su madre y sus hermanos le buscaban: “Mi madre y mis hermanos son
los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 8,21). Hay que
actuar conforme a esa Palabra. No se trata tan solo de “creer” en Dios, tenemos
que “creerle” a Dios y actuar de conformidad. El principio de la fe. Ya en
otras ocasiones hemos dicho que la fe es algo que se ve.
¿Y qué nos dice el texto de la Ley citado por
Jesús? “Amarás al Señor tu Dios”. ¿Y cómo ha de ser ese amar? “Con todo tu
corazón, con toda tu alma, con todo tu ser”. Que no quede duda. Jesús quiere
abarcar todas las maneras posibles, todas las facultades de amar. Amor
absoluto, sin dobleces, incondicional (a Jesús no le gustan los términos
medios). Corresponder al Amor que Dios nos profesa. Pero no se detiene ahí.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Consecuencia inevitable de abrirnos al
Amor de Dios. Cuando nos abrimos al amor de Dios no tenemos otra alternativa
que amar de igual manera.
La fórmula que nos propone Jesús es sencilla.
Dos mandamientos cortos. Cumpliéndolos cumples todos los demás. La dificultad
está en la práctica. Se trata de escuchar la Palabra y “ponerla en práctica”.
Nadie dijo que era fácil (Dios los sabe), pero si queremos estar cada vez más
cerca del Reino tenemos que seguir intentándolo.
Que no se diga que no intentamos…
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