"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
¿SABÍAS
QUE…
… SOBRE DOMINGO CAYÓ LA SOSPECHA DE HEREJÍA?
“Hereje”. Fue lo que murmuraron algunos, señalando a Domingo.
La acusación no era asunto de poca monta, pues, en ese momento, podía suponer
un pasaporte directo al otro barrio… Pero, antes de ver lo que está sucediendo
en nuestra querida Prulla, necesito hacer una pequeña confesión.
En fin, lo admito: me daba pánico llegar a este punto de la
historia. Auténtico miedo escénico. Vamos, que ganitas tenía una de tirar la
toalla y salir por la puerta de atrás con el mayor disimule posible… ¿Que por
qué? ¡Muy sencillo! Porque, en este momento, el escenario político de Europa
comienza a complicarse terriblemente: alianzas, traiciones, ejércitos… Un caos
de primera categoría. Y ya se sabe que, cuando se está contando la vida de un
santo, lo propio es comentar también el contexto... pero yo, solo con pensar en
meterme en semejante berenjenal, acabo con mareos y taquicardias.
Finalmente, y tras mucho orarlo, vi que tales explicaciones
(plagadas de apellidos impronunciables y lugares desaparecidos del mapa), se
salían totalmente del estilo de esta historia. Por ello, animo encarecidamente
al lector a leer libros decentes al respecto e informarse como Dios manda de la
realidad que vivió Santo Domingo. En cuanto a estas publicaciones, mantendremos
el estilo informal y nada académico. Si el relato comenzó queriendo ser
“historia real”, pronto se convirtió en “historia basada en hechos reales”,
pero, a estas alturas, a duras penas alcanzamos la categoría de “historia
libremente inspirada en la realidad”... Hay que asumirlo, pero eso, desde el
punto de vista literario, también tiene sus ventajas.
Así pues, podemos permitirnos resumir la situación:
Las relaciones entre nobles y reyes se iban tensando, todos
deseando ampliar su poder a fuerza de quitar territorios al vecino. Para colmo,
el tema de la religión (y de la herejía) se mezcla con la política, y algunos
alegan motivos muy religiosos para defender sus intereses personales.
Escaramuza por aquí, invasión por allá… En fin, que como las negociaciones no
fluían de ninguna manera, decidieron pasar a políticas un poco más agresivas. Y
eso, en la Edad Media, significaba liarse a cuchilladas (ocho siglos después,
me temo que es obvio que no hemos avanzado mucho al respecto…).
El papa Inocencio III no pudo resistir a las presiones y,
aunque había tratado de evitarlo por todos los medios, convocó la cruzada
albigense. Francia se convirtió en un avispero con tambores de guerra
retumbando por doquier.
Y, en este punto, debemos nombrar a un nuevo personaje
importante en nuestra historia: el conde Simón de Montfort. Este hombre será
uno de los grandes protagonistas de la cruzada. Capitaneaba parte de las tropas
católicas, y destacó por su impresionante estrategia militar… así como por su
desmedida crueldad.
Por poner un ejemplo: El primer objetivo del ejército de este
caballero fue Béziers. ¿Recuerdas esa ciudad? Allí tuvo lugar la primera
disputa en público de Domingo contra los cátaros… y nuestro amigo guardaba un
gran cariño a aquel lugar…
Bueno, pues Simón, nada más empezar la cruzada, allá por el
1208, ordenó sitiar la ciudad. Y, con todas las tropas bien colocadas, explicó
a voz en grito a los habitantes que, si no se rendían, al día siguiente se
lanzarían al asalto. Evidentemente, los de la ciudad cerraron las puertas de la
muralla a cal y canto… pero de rendirse nadie dijo ni media palabra.
Viendo que la cosa se ponía fea y que la primera
confrontación era inminente, unos cuantos soldados se acercaron a Montfort con
una importante pregunta técnica: cuando asaltasen la cuidad, ¿cómo podrían
distinguir a los herejes de los católicos?
Pues eso, que había que pensárselo muy mucho antes de toserle
a ese hombre…
***
Unos días después, un grupito de soldados llegó a Prulla. Iba
recorriendo los pueblos y aldeas cercanas, llevando las noticias de la guerra:
Béziers había sido aniquilada. Por donde pasaban, eran recibidos con muestras
de alegría por los nobles que veían que su bando iba ganando… Sin embargo, al
escuchar sus palabras, Domingo guardó silencio. No manifestó ninguna alegría.
Permaneció en silencio y, agachando la cabeza, se alejó. Sus compañeros también
guardaron silencio…
Los mensajeros, incómodos, continuaron apresuradamente su
viaje. Aquella reacción les pareció muy sospechosa…
-No se ha alegrado de la derrota de los herejes -iban
comentando.
-Mmm… Tal vez es uno de ellos…
-Sí, la forma de vivir de su grupo es muy extravagante, muy
parecida a los “perfectos”…
-Creo que habrá que comentarle esto a Montfort… Igual
conviene que las tropas pasen por aquí…
No festejar la destrucción de Béziers era meterse en
problemas. Y Domingo lo sabía. Sin embargo, no podía celebrar aquella matanza.
Estaba convencido de que ese no era el camino y llevaba años haciendo frente a
los cátaros, sí, pero desde el amor, con la predicación.
Esperemos que ni tú ni yo tengamos que jugarnos el tipo
frente a alguien de la calaña de Montfort… pero continuamente tenemos pequeños
desafíos en que ser instrumentos del amor del Señor, en que definirnos, en se
pone a prueba nuestro compromiso con Él: conversaciones, opiniones o silencios,
¡pueden decir mucho!
La fidelidad a Cristo nos la jugamos en lo cotidiano. Es ese
pequeño sí de cada jornada el que va construyendo una fidelidad mayor. Día a
día Domingo había apostado por el respeto y el diálogo. Muchas otras veces le
habían tachado de hereje. Pero él nunca se echó atrás. Y, todas aquellas
ocasiones en las que se mantuvo fiel al proyecto que el Señor le pedía, le
prepararon para este momento. No celebraría la victoria, porque estaba
convencido de que ese no era el camino. Aunque eso le supusiera desafiar a uno
de los líderes más temibles.
Sin embargo, es posible también que a veces no tengamos el
temple de nuestro amigo castellano… hay momentos en que se hace difícil luchar
contracorriente… ¡¡y nadie está libre de meter la pata!! Y, si no, que se lo
pregunten al bueno de san Pedro: cuando tuvo que definirse delante de una
simple criada, ¡negó conocer a Jesús! Y no una vez… ¡sino tres!
Y, a pesar de todo… Cristo le miró con cariño… y, resucitado,
volvió a buscarle, nombrándole primer Papa.
Sí, la dificultad es la oportunidad de conocer nuestro
corazón… y de conocer el corazón de Jesucristo, que, pase lo que pase, sigue
apostando por nosotros.
VIVE DE CRISTO
Pd: Aquí te dejo una imagen del temible Simón de Montfort… para que puedas ponerle rostro cuando le nombremos. Como te decía antes, va a ser importante en nuestra historia….
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