"ventana abierta"
REFLEXIÓN PARA EL LUNES DE LA PRIMERA SEMANA DE CUARESMA
“En verdad os digo que cada vez que lo
hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
Las lecturas que nos presenta la liturgia para
este lunes de la primera semana de Cuaresma giran en torno al amor, y a la
máxima expresión de este: la misericordia.
La primera, tomada del libro del Levítico
(19,1-2.11-18), nos presenta el llamado “código de santidad” que fue presentado
por Moisés al pueblo de Israel para que pudiera estar a la altura de lo que
Dios, que es santo, espera de nosotros: “Seréis santos, porque yo, el Señor,
vuestro Dios, soy santo”. Además de las leyes acerca del culto debido a Dios y
las reglas de convivencia con el prójimo (no matar, no robar, no explotar al
trabajador, no tomar venganza, etc.), termina con una sentencia: “amarás a tu
prójimo como a ti mismo”. Dios nos está pidiendo que seamos santos como Él es
santo, que le honremos con nuestras obras, no con nuestras palabras. Dios nos
ama hasta morir, y espera que nosotros hagamos lo propio. De ahí que Jesús
elevará más aún ese mandamiento de amar al prójimo como a nosotros mismos
cuando nos diga: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn 13, 34).
En la lectura evangélica de hoy (Mt 25,31-46),
Mateo nos estremece con el pasaje del “juicio final”. Este pasaje nos recuerda
que un día vamos a enfrentarnos a nuestra historia, a nuestras obras, y vamos a
ser juzgados. A ese juicio no podremos llevar nuestras palabras ni nuestra
conducta exterior. Solo se nos permitirá presentar nuestras obras de
misericordia. Y seremos nosotros mismos quienes hemos de dictar la sentencia.
Mateo pone en boca de los que escuchaban a
Jesús, la pregunta: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con
sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo
y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” La
contestación no se hace esperar: “Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con
uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”. Lo mismo ocurre en
la negativa: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o
desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Y la respuesta es
igual: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los
humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”.
Durante ese tiempo de Cuaresma se nos propone
el compromiso de amar al prójimo como preparación para la “gran noche” de la
Pascua de resurrección. El Evangelio de hoy va más allá de no hacer daño, de no
odiar; nos plantea lo que yo llamo el gran pecado de nuestros tiempos: el
pecado de omisión. Jesús nos está diciendo que es Él mismo quien está en ese
hambriento, sediento, forastero, enfermo, desnudo, preso, a quien ignoramos, a
quien abandonamos (pienso en nuestros viejos). “En el atardecer de nuestras
vidas, seremos juzgados en el amor” (san Juan de la Cruz).
Un día vamos a tomar el examen de nuestras
vidas, y Jesús nos está dando las preguntas y contestaciones por adelantado.
¿Aprobaremos, o reprobaremos? De nosotros depende… Que pasen una hermosa
semana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario