"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
SEÑOR, APÁRTATE DE MÍ QUE SOY UN PECADOR
2 cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
3 Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre.
4 Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar.»
5 Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes.»
6 Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse.
7 Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.
8 Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador.»
9 Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado.
10 Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres.»
11 Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron. (Lc. 5,1-11)
Jesús está a orillas del lago de Genesaret y predica la Palabra de Dios. Y todos se agolpan a su alrededor porque quieren escucharle. Para facilitarles esta escucha se subió a la barca de Pedro y le pidió que la apartara un poco de tierra... Así, sentado, seguía enseñando a la gente más fácilmente… Pedro y sus compañeros le escuchan atentamente... Y con lo imprevisible de los gestos de Jesús le manda: “rema mar adentro y echad las redes”. Pedro le advierte: “trabajamos toda la noche y no cogimos nada, pero por tu Palabra echaré las redes”... ¡La sencilla docilidad de Pedro fue premiada, pues recogieron tantos peces que reventaban las redes!...
Este milagro de Jesús dejó atónitos a Pedro y sus compañeros y Pedro se tiró a los pies de Jesús viendo la distancia infinita de la divinidad de Jesús y él, un pobre hombrecillo y además pecador. Y Jesús quedó cautivado por este acto de humildad y le aseguró su confianza y amistad: “no temas, desde ahora serás pescador de hombres”. El, que tenía ya su corazón muy cautivado por la persona de Jesús, acabó por rendirse y con gran amor: “dejándolo todo, lo siguieron”...
¡Qué bello relato de la llamada de Jesús al que había de ser la Cabeza de su Iglesia!... ¡Qué fuerza la de la Palabra de Jesús para llamarle a vivir y estar con Él!... ¡Y qué sencillez en la escucha!: Pedro y los demás discípulos “dejándolo todo”... Eran hombres experimentados en su trabajo y tenían un negocio bien montado... Además, alguno tenía ya formada una familia: pero “¡lo dejaron todo!”, fueron de lo conocido a lo totalmente desconocido. Pero vislumbraron, por la gracia del Espíritu Santo, que Jesús era el que todos los siglos estaban esperando: el Mesías de Dios que traía la Salvación al pueblo de Israel y a todos los pueblos de la tierra...
¿Y nosotros?, ¿estamos inmersos en esta Palabra de Jesús que nos han dejado los escritores sagrados, con textos inspirados por el Espíritu Santo?… ¡Jesús es esta Palabra de Dios que se nos ofrece para salvarnos del pecado y de la muerte!... Pero generalmente vivimos entretenidos en las cosas que el mundo nos ofrece... Sólo cuando un dolor fuerte llama a la puerta de nuestro corazón: una enfermedad grave, una muerte, la pérdida de algo muy valioso para nosotros... Entonces es cuando entramos dentro y, en la intimidad, dejamos que la luz de Dios alumbre nuestras tinieblas, para sentirnos salvados por Él…
¡Hazlo Tú Jesús, queremos seguir tu voz! ... ¡Gracias, Amén, Amén!...
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