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domingo, 30 de enero de 2022

Homilía: DOMINGO 4 DEL TIEMPO ORDINARIO LO QUE PUEDAS HACER “HOY” NO LO DEJES PARA MAÑANA. Domingo, 30 - Enero - 2022

 "Ventana abierta"

P. Leonardo Molina García S.J.

DOMINGO 4 DEL TIEMPO ORDINARIO
LO QUE PUEDAS HACER “HOY”
NO LO DEJES PARA MAÑANA

El evangelio de este domingo nos presenta a Jesús en la sinagoga de  Nazaret haciéndose suyas las palabras del profeta Jeremías de la primera  lectura que afirma: “Antes de formarte en el vientre, te escogí, antes de que  salieran del seno materno, te consagré”...

Así es la salvación y la liberación son para hoy. Dice Jesús: “Hoy se cumple  esta Escritura” El Reino de Dios está ya aquí, ahora.

En la persona de Jesús aparece de repente el hoy de Dios. Y nosotros estamos  obligados a tomar postura: “lo que puedas hacer hoy no lo dejes para  mañana”. Tenemos que hacer elecciones precisas, tomar posturas claras:  acoger o rechazar hoy a “aquel Jesús de Nazaret, el hijo de José, sin esperar a  un Mesías del futuro, del “mañana”.

Podemos imaginarnos a Dios de una manera “abstracta”, atemporal, más que a este “enviado” concreto, que es Jesús, que nos dice estar de parte de los  débiles, de los oprimidos, de los ciegos. Jesús espera una respuesta nuestra  “hoy”, no “mañana”.

El “hoy” que espera Jesús es un tiempo interior, que juzga mis días, mis  acciones. Ese “hoy” de Dios encarnado en Jesús llega cuando uno no se lo  espera y no lo quiere. Y, sobre todo, debe ser acogido con un “sí” pronunciado  ahora, no diferido para mañana.

Los habitantes de Nazaret no comprendieron este mensaje de Jesús, y  quisieron despeñarlo fuera del pueblo. “Pero Jesús se abrió paso entre ellos y  se alejaba”…

Así pues, depende de nuestra “libertad” acoger a Jesús “hoy” o “dejarlo  para mañana”...

Y ¿cómo vivir en ese “hoy” por si llega enseguida, sin dejarlo pasar para el  “mañana”? La respuesta nos la da S. Pablo en la segunda lectura de su  primera Carta a los Corintios. Es decir: “vivir hoy en el amor”. Y como dice  el apóstol:

“El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no  presume ni se engría; no es mal educado, ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza en la verdad.  Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.  El amor no pasa nunca... En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor, estas tres. La más grande es el amor”.

San Cirilo de Alejandría (376-444), el Padre de la Iglesia que en el Concilio  de Éfeso (431), que proclamó a María como “Theotokos” (Madre de Dios), en  su “Comentario sobre el Profeta Isaías (cap. 5, 5) escribió:

“Cristo ha querido que el mundo lo siguiera y así conducir a Dios Padre a  todos los habitantes de la tierra. Ha querido restablecer todas las cosas a un  estado mejor y renovar, por decirlo de alguna manera, la faz de la tierra. Por  eso, a pesar de ser el Señor del universo, tomó la condición de esclavo.

Anunció la buena noticia a los pobres afirmando que Él había sido enviado  con este fin.

Los pobres, o mejor dicho, los que consideramos pobres, son los que en el  mundo no tenían ni esperanza, ni Dios.

Pidamos nosotros vivir “el hoy sin dejarlo para el mañana”, con ese amor que tan bien describen San Pablo y San Cirilo.

Termino con un soneto de nuestro gran poeta del siglo de oro español, que  fue Lope de Vega (1562-1635) titulado:

¡Me muero de amor!

¡Yo me muero de amor! Que no sabía
- aunque diestro de amar cosas del suelo -
que no pensaba yo que amor del cielo
con tal rigor las almas encendía.

Si llama la mortal filosofía
deseo de hermosura a amor, recelo
que con mayores ansias me desvelo,
cuanto es más alta la belleza mía.

Amé en la tierra vil, ¡qué necio amante!,
oh Luz del alma, habiendo de buscaros;
¡qué tiempo que perdí como ignorante!

Mas yo os prometo ahora de pagaros
con mil siglos de amor, cualquier instante
que, por amarme a mí, dejé de amaros”.

Vivamos también nosotros ese “amor”: “hoy y no mañana”, j.v.c.

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