"Ventana abierta"
Dominicas Lerma
Comentarios a la Palabra de Dios
DOMINGO XXIV (T. ORDINARIO)
CICLO
B
-EL
HIJO DEL HOMBRE SERA RECHAZADO-
Is. 50, 5-10
5
el Señor Yahveh me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás.
6
Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi
barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos.
7
Pues que Yahveh habría de ayudarme para que no fuese insultado, por eso puse mi
cara como el pedernal, a sabiendas de que no quedaría avergonzado.
8
Cerca está el que me justifica: ¿quién disputará conmigo? Presentémonos juntos:
¿quién es mi demandante? ¡que se llegue a mí!
9
He aquí que el Señor Yahveh me ayuda: ¿quién me condenará?
- Este texto corresponde al tercer Poema del Siervo de Jahvé (son cuatro). Aquí habla el propio siervo.
(v. 4) - Posee una lengua de “discípulo”, añadiendo su falta de habilidad para hablar. El tema de la lengua inhábil es propio de los grandes profetas, llamados a hablar en nombre de Dios (Jer. 1, 6; Ex. 4, 10). Por eso mismo, por su misión, son capaces de consolar a los agobiados.
(v. 5) - Jahvé es sólo el que nos abre el corazón por el oído para acoger su palabra, por eso no se ha
(v .6) echado atrás” y comienza a describir las injurias que ha sufrido durante su misión (Mt. 24, 9-10), tomando rasgos de la vida de otros profetas (Is. 51, 23; Ez. 21, 14; Ez. 16, 52; Job 14, 20; 30, 10), pero convencido de que el Señor le salvará, no se queja siquiera de los ultrajes (Jer. 1, 18).
- Por sus sufrimientos, el servidor paciente sustituye a la gran muchedumbre que habría tenido que sufrir por sus propios pecados. Este sufrimiento expiatorio permite al siervo establecer con Dios una nueva alianza de un alcance universal.
- El tema del Siervo explica la necesidad del Salvador de pasar por el sufrimiento y la muerte para realizar sus designios.
(v. 8-9) - El siervo pone a Dios por testigo de su inocencia. Está dispuesto a someterse a juicio siendo Dios su juez y ellos los acusadores. San Pablo toma este texto: “Dios es quien justifica ¿quién condenará?” (Rm. 8, 33) en su himno al amor de Dios, que no perdonó a su propio Hijo y en El nos lo ha dado todo: Y cita el siervo que toda criatura ante Jahvé es como la polilla y como vestido que se gasta (Jb. 13, 28; Os. 5, 12). La caducidad de todo da un mayor relieve al juicio eterno del Dios trascendente.
(v. 10) -
Pero el Siervo, no es sólo discípulo dócil de la Palabra de Jahvé (v. 4) para
alentar al cansado, sino que es vocero acreditado de Dios que indica a los
ciegos dónde está la verdadera luz. Invita a los israelitas y quizás a las
naciones paganas, que “andan a oscuras” (49, 6) a poner su confianza en Jahvé (42, 16).
Segunda Lectura: St. 2, 14-18
14
¿De qué sirve, hermanos míos, que alguien diga: « Tengo fe », si no tiene
obras? ¿Acaso podrá salvarle la fe?
15
Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario,
16
y alguno de vosotros les dice: « Idos en paz, calentaos y hartaos », pero no
les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
17
Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta.
18
Y al contrario, alguno podrá decir: « ¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras.
Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por las obras mi fe.
(v. 14) -
Muestra aquí Santiago que una fe que no configura la vida, según la
voluntad de Dios, no sirve para nada, porque no puede salvarnos. La
fe empuja necesariamente a obrar según esa fe, al igual que la semilla tiende
al fruto. Dios, en el juicio, tendrá en cuenta la obediencia, la entrega y la
fidelidad, la perseverancia en el amor.
(v. 15-17) - Y pone un ejemplo:
el saludo fraterno y las palabras aparentemente compasivas, muestran toda su
hipocresía. Ni siquiera en un caso tan extremo como éste, pone en práctica su
fe. ¡Con cuánta
facilidad eludimos los cristianos el amor al prójimo, en toda su variedad,
poniendo de manifiesto nuestra incoherencia de vida!. Tenemos que tomar en
serio lo que Dios nos pide y no dejar que se enseñoree en nosotros la tibieza
comodona, la indiferencia o la mediocridad.
(v. 18) - ¿Por qué sirven las
obras sin la fe?. El tener el don de
la fe no nos autoriza a conservarlo pasivamente, hemos de vivir según
nuestra fe, realizar las obras de la fe. Sólo la fe viva es auténtica.
Mc. 8, 27-35
27
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el
camino hizo esta pregunta a sus discípulos: « ¿Quién dicen los hombres que soy
yo? »
28
Ellos le dijeron: « Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que
uno de los profetas. »
29
Y él les preguntaba: « Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? » Pedro le contesta:
« Tú eres el Cristo. »
30
Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él.
31
Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser
reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y
resucitar a los tres días.
32
Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.
33
Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole:
« ¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino
los de los hombres. »
34
Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: « Si alguno quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
35
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por
mí y por el Evangelio, la salvará.
(v. 27) -
La “ciudad
del César” =
Cesarea, cercana a las fuentes del Jordán fue elegida por el tetrarca Filipo
como residencia y para distinguirla de otras Cesareas, la llamó “de Filipo”. En el camino hace Jesús la pregunta a los discípulos de ¿quién dicen los hombres
que soy yo?, hasta ahora El guardaba su
secreto, pero en esta ocasión pregunta acerca de sí mismo. Esta misma confesión
de Pedro: “Tú
eres el Mesías”,
es más bien la pregunta a la que Jesús debe responder ante el Sumo Sacerdote. Y
desde este momento, Jesús comienza a adoctrinarles sobre el camino
doloso del “hijo del hombre” (8, 31; 14, 62).
(v. 28-30) - La pregunta de su
identidad, es lógica dada la variedad de opiniones del pueblo sobre El. Por lo
general, el pueblo “se admira”, “se llena de estupor”, etc., pero no tiene un juicio
claro, a pesar de los milagros que le han visto realizar. Y Jesús les pregunta
directamente a sus discípulos. La confesión de Pedro, sin estar clarificada y
depurada de esperanzas mesiánicas, al estilo judio, supone una cumbre, aunque
para Jesús no sea plenamente aceptable y seguidamente les imponga severamente que
a nadie dijeran nada de él, y les comienza a hablar del sentido sufriente de
este Mesías, según Is. 53 y no según la mente judaica. “El Hijo del hombre,
debe padecer y morir” (8,
31) (14, 62), antes de ser exaltado a la gloria. A la luz de esta Resurrección
de Jesús, tiene su sentido pleno la confesión de Pedro.
(v. 31) -
Y comienza a hablarles, no ya del Mesías-Rey, sino del Hijo
del hombre que ha de padecer y morir. Con esta claridad de
Jesús, en oposición del concepto del pueblo y de los dirigentes, sabía de
antemano su fin trágico, a sus manos (Lc. 9, 51; Jn. 3, 14; 12, 32s.). El “es necesario” decretado por Dios, toma luz después de la muerte
de Jesús (Sal. 21; Lc. 24, 26s.). El “ser rechazado” es expresión dura que comporta postergación y desprecio
(9, 12) (Sal. 118, 22s.; Mt. 12, 10s). Aquí apunta ya al asesinato de Jesús. Es
rechazado por los representantes oficiales del pueblo; idea pavorosa. El
anuncio final de la resurrección, les pasa por alto ante el terror y la
confusión de la muerte de Jesús. Ahora les habla “con toda claridad”. El mismo Pedro, que acaba de confesarle, se convierte
ahora en seductor e instrumento de Satanás. La Iglesia en el mundo ha de seguir
al Señor crucificado. Y comienza la exhortación a la
(v. 34-35) Iglesia. En la existencia del hombre, los sufrimientos y la muerte son inevitables; en el cristiano, son superados en Cristo: arriesgarse a una vida tan difícil como el último recorrido de un condenado en cruz. (Leer Ev. Marcos, El Nuevo Testamento y su Mensaje: Pág. 23-27).
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