"Ventana abierta"
La Buena Semilla
(Jesús dijo:) Conoceréis la verdad, y la verdad
os hará libres… De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado,
esclavo es del pecado.
Juan 8: 32, 34
Así también vosotros consideraos muertos al
pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Romanos 6: 11
Vivir libre
“Lo ilusorio no es la impresión de ser libre,
sino la misma libertad”, escribió un novelista. ¡Vivamos libres! Este es el
clamor de los jóvenes que esperan vivir sin obligaciones; también es el deseo
de muchos adultos, quienes al mismo tiempo cierran los ojos a toda clase de
adicciones que los esclavizan. Esas falsas libertades, a menudo aceptadas a
expensas de lo que nuestro Creador enseña en la Biblia, nos conducen a la
dependencia, a una dura esclavitud, a la corrupción moral y a veces a la decadencia:
Satanás hizo su obra. Somos esclavos de él y de lo que nos venció (2 Pedro
2: 19).
El hombre separado de Dios perdió la verdadera
libertad. Esclavo de aquel que lo venció, por sí mismo no puede liberarse de su
poder. Pero Dios, que ama a su criatura, vio nuestras cadenas y nuestro
sufrimiento (Salmo 102: 19-20), e intervino para liberarnos de la esclavitud del pecado,
del miedo a la muerte, del mundo y de Satanás, su príncipe. Envió a su Hijo
Jesucristo al mundo para destruir las obras del diablo. Para ello Jesús se hizo
hombre, pero sin pecado; se humilló hasta la cruz. Allí sufrió el juicio que el
pecador merecía. Entró como vencedor en la muerte, ámbito de Satanás, y luego
resucitó. Él da vida, justicia, paz y libertad a los que depositan su confianza
en él. La libertad del cristiano no es una ilusión. Fue adquirida a gran
precio, y Dios la ofrece gratuitamente a todos los que, conscientes de su
condición de esclavos, echan una mirada de fe hacia su gran libertador: Jesús,
el Hijo de Dios.
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