La Buena Semilla
Sobre la tierra de mi pueblo subirán espinos y
cardos, y aun sobre todas las casas en que hay alegría en la ciudad de alegría.
Isaías 32: 13
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
2 Corintios 5: 17
Un huerto abandonado
Cuando vemos un huerto abandonado suponemos que
no hay hortelano. Igualmente, como el mundo está en desorden, se llega a la
conclusión de que no hay Dios.
En un huerto todo depende del hortelano; este
siembra, planta, labra… La tierra se deja cultivar; todo parece obedecer al que
la trabaja. El mundo, por el contrario, es un lugar de libertad donde los
hombres actúan como quieren y obedecen lo menos posible. Son capaces incluso de
hacer morir de hambre a su prójimo o de declararle la guerra. El resultado es
un mundo contaminado, violento, con pocos valores morales… El abandono es total;
las malas hierbas invadieron todo.
Pero Dios no trata de mejorar lo que el hombre
deterioró. En la Biblia nos revela que tiene un plan para fundar “un cielo
nuevo y una tierra nueva” donde vivirá con los hombres. “Ellos serán su pueblo,
y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los
ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni
dolor” (Apocalipsis 21: 1, 3-4).
¿Quién será admitido en ese lugar? La Biblia nos da un ejemplo: el malhechor crucificado al lado de Jesús, que lo reconoció como Señor, recibió de su parte este mensaje: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23: 43). El que cree que Jesús sufrió el castigo que él merecía por sus pecados recibe la gracia de Dios, la vida eterna y un lugar en el cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario