"Ventana abierta"
La Buena Semilla
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te
buscaré; mi alma tiene sed de ti.
Salmo 63:1
Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque
en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande.
Salmo 143:8
El secreto de un buen testimonio
Hoy veremos un episodio de la historia de dos
profetas del Antiguo Testamento.
El primero, Elías, anunció que vendría una
sequía sin precedentes sobre todo el país: “No habrá lluvia ni rocío en estos
años, sino por mi palabra” (1 Reyes 17:1). ¡Semejante declaración podía parecer
una locura! Sin embargo, sucedió tal como Elías lo dijo: ¡durante más de tres
años no cayó ni una gota de agua! El secreto de dicho poder se resume en pocas
palabras: Elías se hallaba en la presencia de Dios. Vivía con Dios y estaba
dispuesto a servirle. Su comunión con él era tan grande que podía discernir su
voluntad y de esta manera dirigir la lluvia.
El segundo no se parece al primero. Al
contrario de Elías, Jonás huyó de Dios. No quería transmitir el difícil mensaje
que Dios había enviado a los habitantes de Nínive. Tomó un barco que iba rumbo
a un destino muy diferente; la tempestad sobrevino y el barco estaba en peligro
de zozobrar. Jonás tuvo que confesar su falta a los miembros de la tripulación.
No podía ayudarles en nada; al contrario, terminó diciéndoles: “Tomadme y
echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha
venido esta gran tempestad sobre vosotros” (Jonás 1:12). Dios nos enseña
mediante el ejemplo de Elías y el contraejemplo de Jonás. Como cristianos
podemos “vivir en la presencia de Dios” o al contrario, “huir de su presencia”.
Cultivemos una relación serena y confiada con nuestro Dios: así Dios dará
fuerza y eficacia a nuestro testimonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario