"Ventana abierta"
RINCÓN PARA ORAR
SOR MATILDE
LOS DOS DISCÍPULOS DESENCANTADOS
13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un
pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén,
14 y conversaban entre sí
sobre todo lo que había pasado.
15 Y sucedió que, mientras
ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos;
16 pero sus ojos estaban
retenidos para que no le conocieran.
17 El les dijo: « ¿De qué
discutís entre vosotros mientras vais andando? » Ellos se pararon con aire
entristecido.
18 Uno de ellos llamado
Cleofás le respondió: « ¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe
las cosas que estos días han pasado en ella? »
19 El les dijo: « ¿Qué
cosas? » Ellos le dijeron: « Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo;
20 cómo nuestros sumos
sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
21 Nosotros esperábamos que
sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya
tres días desde que esto pasó.
22 El caso es que algunas
mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al
sepulcro,
23 y, al no hallar su
cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que
decían que él vivía.
24 Fueron también algunos
de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho,
pero a él no le vieron. »
25 El les dijo: « ¡Oh
insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
26 ¿No era necesario que el
Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria? »
27 Y, empezando por Moisés
y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en
todas las Escrituras.
28 Al acercarse al pueblo a
donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
29 Pero ellos le forzaron
diciéndole: « Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado. »
Y entró a quedarse con ellos.
30 Y sucedió que, cuando se
puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se
lo iba dando.
31 Entonces se les abrieron
los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
32 Se dijeron uno a otro: «
¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el
camino y nos explicaba las Escrituras? »
33 Y, levantándose al
momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que
estaban con ellos,
34 que decían: « ¡Es
verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón! »
35 Ellos, por su parte,
contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la
fracción del pan. (Lc. 24, 13-35)
Estamos
ante dos seguidores de Jesús que andan desencantados: “porque nosotros
esperábamos”. Cuando nuestras expectativas no se cumplen, nos quedamos
“arrugados” en nuestros fracasos, pero es que Dios nos quiere dar algo que ni
se nos ocurre pedirle, pues ¿quien busca algo que ni conoce, ni tiene
experiencia de ello, como es la fe en la Resurrección de Jesús de entre los
muertos?…
Estos
dos discípulos, por más que oían a su Maestro que después de muerto iba a
resucitar, ni siquiera aventuraban su fe para creer algo inaudito… Sólo Jesús
supo y pudo romper esta barrera de incredulidad… “Volvían tristes a Emaús”, a
lo de “antes”, y ese “antes” Jesús se lo transforma en un “ahora” de encuentro
feliz... ¿Y cómo lo hace?: Por medio de Su Palabra: “les va recordando y
explicando lo que se refería a Él en todas las Escrituras”. Les activa la
memoria en lo que ya estaba escrito, hasta llegar al “era necesario que el
Mesías padeciera esto para entrar en su gloria”, de forma que su muerte en cruz
no era un fracaso, sino un “cumplimiento” y voluntad de Dios…
¡Así,
en nuestra vida, lo que creemos que es “desastre” no es más que uno de los
eslabones de la cadena que se llama “Salvación”, para poder entrar en su
gloria, en el conocimiento de una “vida nueva” centrada en Cristo!… ¡No nos
lamentemos de lo que no entendemos con sabiduría divina y nos hace sufrir, pues
si seguimos buceando en nuestra fe, encontraremos ese tesoro lleno de senos de
gracia de Dios!…
Y
ese seguir buscando se traduce en un deseo grande: “quédate con nosotros porque
atardece: “Ahora que nos has hecho arder con tu Palabra, no te alejes de
nosotros, dejándonos de nuevo en la oscuridad de nuestra fe, tan tenue como “el
día que va decaída”… Y Jesús no se puede negar ante este deseo, porque es Él el
que lo provoca y lo quiere colmar…
“Y
se sentaron a la mesa”. Ellos creían que era a compartir el pan material y
Jesús les da un pan espiritual que “les abre los ojos” a la fe y a un amor que
ellos no conocían… “¡Y lo reconocieron partiendo este pan!”… Este gesto que
tantas veces habían visto cuando Jesús estaba con ellos: “¡Es Él, es verdad que
está vivo y ha resucitado porque comió con ellos y bendijo el pan y se lo
repartió!”… Una vez que han entrado en el “verdadero conocimiento de Jesús” y
de su nueva vida, en la Resurrección, Él desapareció porque ¡ahora sí que
estaba con ellos!, en su corazón y en su mente… “Y al punto, dejando todo su
pasado, volvieron a la comunidad para anunciar que era verdad, ha resucitado”…
¡Todos viven ya en esta alegría que les da una fuerza inaudita para seguir
caminando y anunciar esta “Buena nueva de la Salvación”, que Jesús, a través de
ellos, ofrece a todos los hombres!…
¡Si
ya prendió en nuestro corazón la chispita de una búsqueda de otra Vida, no
paremos hasta llegar a la meta del encuentro, porque Jesús es esa verdadera
Meta y trae la felicidad en sus manos!…
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