"Ventana abierta"
Los cinco minutos del Espíritu Santo
Mons. Víctor Manuel Fernández
El Espíritu Santo nos enseña a tener cariño por cada creatura de Dios, y
sana las crueldades y la indiferencia de nuestro corazón.
Cuando nosotros sabemos tomar contacto con la naturaleza, eso nos contagia de
la alegría de las criaturas. Pero cuando nos encerramos en miles de
pensamientos de nuestra mente, y dejamos de contemplar el universo inmenso y
variado, el interior se nos llena de angustias y perturbaciones.
No es bueno aislarse del mundo. Es muy sano detenerse a mirar los detalles
preciosos de los animales, a escuchar el ruido del agua que corre, a percibir
los colores y movimientos del cielo, a oler las flores, a sentir el contacto de
los pies con la tierra, o a abrazar el tronco de un árbol. Si lo hacemos un instante,
sin pensar en nada, sin dejar que la mente nos abrume con pensamientos
inútiles, podremos compartir la alegría que Dios ha puesto en el universo.
Así le sucedía a San Francisco de Asís, que era feliz compartiendo la vida con
el viento, la luna, el fuego, las aves del cielo. Pidamos al Espíritu Santo que
nos regale un poco de esa felicidad llena de ternura.
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