"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA LA SOLEMNIDAD DE SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, FUNDADOR DE LA
ORDEN DE PREDICADORES
La Orden de
Predicadores (Dominicos) celebra hoy la Solemnidad de nuestro padre y fundador
Santo Domingo de Guzmán, y en esta fecha celebramos la liturgia propia de la
solemnidad, apartándonos de las lecturas correspondientes al tiempo ordinario.
Como primera lectura propia de
la Solemnidad, se nos ofrece un texto de la Primera Carta del Apóstol san Pablo
a los Corintios (2,1-10a), que nos presenta el secreto de la predicación de
Pablo: “Cuando vine a ustedes a anunciarles el testimonio de Dios, no lo hice con
sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre ustedes me precié de saber
cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a ustedes débil
y temeroso; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría de los
hombres, sino en el poder de Dios”. Pablo termina este pasaje diciendo: “«Ni el
ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado
para los que lo aman». Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu”.
Ahí está el secreto de la
evangelización: predicar a Jesús muerto y resucitado, y las maravillas que ha
obrado en cada uno de nosotros a través de su Santo Espíritu. El Padre Emiliano
Tardiff lo expresó de manera elocuente: “Un evangelizador es ante todo un
testigo que tiene experiencia personal de la muerte y resurrección de Cristo
Jesús y que transmite a los demás, más que una doctrina, una persona que está
viva, que comunica vida y vida en abundancia. Después, solo después y siempre
después, se debe enseñar la catequesis y la moral. A veces estamos muy preocupados
en que la gente cumpla los mandamientos de Dios antes de que conozcan al Dios
de los mandamientos”.
De Santo Domingo se dice que
“hablaba con Dios o de Dios”. Hablaba con Dios porque era hombre de oración,
estudio de la Palabra y contemplación de la verdad revelada a través del
estudio. El fruto de esa contemplación, que es el conocimiento de Dios, es lo
que le permitía “hablar de Dios”, es decir, compartir con otros su experiencia
de Dios como “una persona que está viva que comunica vida y vida en
abundancia”. Ese fue el secreto de Pablo, y el secreto de Domingo de Guzmán, y
es el ejemplo que debemos emular.
Como lectura evangélica
contemplamos a Lc 9,57-62, que nos presenta dos frases que resumen las
exigencias del seguimiento de Jesús: “Las zorras tienen madrigueras y los
pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
“Deja que los muertos entierren a sus muertos, tú vete a anunciar el Reino de
Dios”. Jesús no solo abandonó su casa, sino que junto a ella abandonó también a
su familia, especialmente a su madre, que era la persona que más amaba. Cuando
Jesús le dice a su discípulo que seguirlo a Él es más importante que cumplir
con el piadoso deber de enterrar a los muertos, lo hace con todo propósito,
para recalcar la radicalidad del seguimiento, y que no hay nada más importante
que el anuncio del Reino.
Domingo de Guzmán vivió esa
radicalidad en el seguimiento de Jesús, e imprimió a la Orden ese carisma, que
me honro compartir.
¡Santo Domingo de Guzmán,
ruega por nosotros!
No hay comentarios:
Publicar un comentario