"Ventana abierta"
Esta poesía de Gloria
Fuertes nos sitúa en la actitud que debe dominar en la búsqueda del Padre:
¿Dónde está Dios? Se ve, o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios,
Dios se marcha.
De nada vale que te diga
que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos,
en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire, en el agua;
Dios está en el mar y a veces en el templo,
Dios está en el sudor
que queda
y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública
y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina
y en la plaza,
es verdad que está en todas partes,
pero hay que verle,
sin preguntar que dónde está
como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio, mírate la cara,
el misterio de veas y
sientas, ¿no basta?
Pasa un niño
cantando,
tú le amas, ahí está Dios.
Le tienes en la lengua cuando cantas,
en la voz cuando
blasfemas,
y cuando preguntas
que dónde está,
esa curiosidad es
Dios,
que camina por tu sangre amarga,
en los ojos le tienes cuando ríes,
en las venas cuando
amas,
ahí está Dios, en ti,
pero tienes que verle tú,
de nada vale quién te le señale,
quién te diga que está en la ermita,
de nada,
has de sentirle tú,
trepando, arañando, limpiando
las paredes de tu
casa:
de nada vale que te diga que está
en las manos de todo el que trabaja,
que se va de las manos del guerrero,
aunque éste comulgue o practique
cualquier religión,
dogma o rama;
huye de las manos del
que reza y no ama,
del que va a misa
y no enciende a los pobres
velas de esperanza;
suele estar en el suburbio
a altas horas de la
madrugada,
en el hospital y en la casa enrejada.
Dios está en eso tan sin nombre
que te sucede cuando algo te encanta,
pero de nada vale
que te diga que Dios está
en cada ser que pasa.
Si te angustia ese hombre
que se compra alpargatas,
si te inquieta la vida del que sube y no baja,
si te olvidas de ti y de aquellos,
y te empeñas en nada,
si sin un porqué una angustia
se enquista en la entraña,
si amaneces un día
silbando a la mañana
y si sonríes a todos y a todos
das las gracias,
Dios está en ti,
debajo mismo de tu corbata.
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