La persona es toda comunicación. A lo largo de
la jornada todo gesto que realizamos, algo queremos (estamos comunicando)
comunicar. Somos relación y hemos sido llamados a la existencia para ser
comunicadores. Hoy por hoy, estamos metidos de lleno en el mundo de la
comunicación. Y éste nos pide, más aún, nos exige una respuesta. No podemos
permanecer en el silencio o indiferentes.
Saber comunicarse proporciona un auténtico
valor a la persona porque la eleva por encima de lo material y, en modo
especial, la libera del mundo mercantil, sobre todo de la tan machacona
publicidad.
La comunicación en general, y en especial la
interpersonal, son uno de los pilares fundamentales en nuestra
vida. Por ejemplo: El diálogo en la familia. ¿Cómo crecer como
personas si falta el diálogo familiar, social…? Una sana comunicación exige una
equilibrada autoestima. Esta cualidad nos lleva a ver, o mejor, a
valorar y respetar a los demás.
La comunicación no sólo acerca a las personas,
sino que crea en su encuentro una situación de estabilidad psicológica. Si no
escuchas, no dialogas, te estás auto marginando. De aquí que: Cuando la
comunicación es equilibrada, estabiliza las relaciones interpersonales.
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