"Ventana abierta"
P. Alfredo Quirós Gil
La amistad es imprescindible. Más en estos
momentos. Los amigos nos escuchan y hacen sentir bien.
Hace pocos días me mostraron una carta escrita
a un sacerdote muy enfermo -murió no mucho tiempo después- por un amigo con el
que compartía la afición por la montaña y que contenía estas encendidas frases:
me has dado tanto, sin pedir nunca nada a
cambio;
me has enseñado a caminar por los senderos de
montaña y a soportar en silencio el peso de la mochila y del cansancio físico;
me has enseñado que cuando se busca alcanzar la
cima, cada paso es importante y es preciso no distraerse;
me has enseñado que, cuando uno se esfuerza
seriamente, los resultados y la satisfacción llegan siempre, antes o después;
me has enseñado la alegría de poder contemplar
el alba o el atardecer desde lo alto de una cima recién coronada;
me has enseñado el placer de compartir la
propia comida y el agua, también cuando escasean;
me has enseñado a apreciar las cosas simples de
cada día y a mirar la vida como un don de valor inestimable;
me has enseñado a entender lo que no conocía,
sin nunca hacerme sentir vergüenza de mi ignorancia;
me has hecho redescubrir la fe y el placer de
encontrar la presencia de nuestro Señor en todo lo que nos rodea.
Bonito ¿verdad?
Hay un gran espacio para la esperanza, la
alegría y el buen humor, que es remedio a muchos males. Con la ayuda de Dios,
podemos salir de esta pandemia convertidos en mejores personas, más atentos a
las necesidades de los demás, comenzando por los que nos rodean. Si cambiamos
nosotros, el mundo cambiará.
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