"Ventana abierta"
De la
mano de María
Héctor L. Márquez (Conferencista católico)
REFLEXIÓN
PARA EL VIERNES DE LA DÉCIMO QUINTA SEMANA DEL T.O. (2)
“Jesús atravesaba un sembrado;
los discípulos, que tenían hambre, empezaron a arrancar espigas y a
comérselas”
La primera lectura de hoy (Is 38,1-6.21-22.7-8)
es un ejemplo del poder de la oración impetratoria, de petición fervorosa. Dios
había enviado a Isaías a comunicar a Ezequías que había llegado la hora de su
muerte: “Haz testamento, porque vas a morir sin remedio y no vivirás”. Nos
narra la lectura que Ezequías “volvió la cara a la pared” (un típico gesto de
oración judío), oró al Señor para le curara y “lloró con largo llanto”. Oró con
fe, con la certeza de que su petición sería escuchada.
Ante ese gesto, el Señor se compadeció de
Ezequías y “cambió de parecer”, y con los mismos labios que había pronunciado
su sentencia de muerte, le concedió quince años más de vida. ¿Cuántas veces
hemos visto a una persona a las puertas de la muerte, que gracias al poder de
la oración se ha librado de ella? Señor, concédenos confiar en la fuerza de la
oración, y a seguir confiando en ti aún en las ocasiones en que Tú, en tu
insondable Voluntad decides lo contrario.
La lectura evangélica de hoy (Mt 12,1-8) nos
muestra a los fariseos, quienes movidos por la rabia, producto de la envidia y
el temor que les produce el mensaje de Jesús, acusan a sus discípulos de violar
el “sábado”, que más que una ley o un precepto, se había convertido en una
pesada carga que ni los mismos sacerdotes y fariseos estaban dispuestos a
llevar (Mt 23,4; Lc 11,46). Hacen lo que nosotros mismos hacemos muchas veces
cuando queremos criticar a alguien: nos ponemos en vela a esperar el más mínimo
“resbalón” para levantar el dedo acusador. Miramos la paja en el ojo ajeno y no
vemos la viga en el nuestro (Lc 6,41).
Ya anteriormente, cuando los discípulos de Juan
le cuestionaron a Jesús por qué ellos y los fariseos ayunaban y sus discípulos
no lo hacían, Él les había contestado: “¿Pueden acaso los invitados de la boda
ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será
arrebatado el novio; entonces ayunarán” (Mt 9,15). En la versión de este pasaje
en Marcos, Jesús añade: “El sábado ha sido instituido para el hombre y no el
hombre para el sábado” (Mc 2,27). Esta última frase cobra sentido con la
aseveración de Jesús: “Si comprendierais lo que significa ‘quiero misericordia
y no sacrificio’, no condenaríais a los que no tienen culpa).
Jesús está siendo consistente con la nueva “Ley
del amor” recogida en las Bienaventuranzas (Mt 5); por eso se declara “Señor
del sábado”. La reglas del sábado, producto de los hombres, tienen que ceder
ante las necesidades y obligaciones que nacen del amor que es la esencia misma
de Dios.
Cuando nos acerquemos a servir a Dios, tengamos
presente que el servicio de Dios no puede contradecir el amor y la misericordia
que tenemos que mostrar a nuestro prójimo: “Lo que hiciereis a uno de estos hermanos
míos más pequeños, a mi me lo hacéis” (Mt 25,40).
Eso es lo hermoso del evangelio; podrá haber
algunas inconsistencias en las narraciones, según cada evangelista, pero el
mensaje de Jesús es consistente, es la Verdad que nos conduce al Padre.
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