"Ventana abierta"
De la mano de María
Héctor L. Márquez
(Conferencista católico)
REFLEXIÓN PARA EL JUEVES DE LA DÉCIMO SÉPTIMA SEMANA DEL T.O. (2)
“Cuando está llena, la arrastran a la orilla,
se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran”.
La lectura evangélica que nos brinda la
liturgia para hoy (Mt 13,47-53) nos presenta, una vez más, la última de las
parábolas del Reino (la de la red), así como la conclusión del “discurso
parabólico” de Jesús que abarca todo el capítulo 23 del Evangelio según san
Mateo.
Esta es otra de esas parábolas con “sabor
escatológico”, es decir, del fin de los tiempos y el juicio final. Compara el
Reino de los cielos con una red que saca toda clase de peces del mar, buenos y
malos. Y nos dice que al final de los tiempos los ángeles harán con nosotros lo
mismo que hacen los pescadores con los peces que atrapan en la red: “separarán
a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido”, a lo que sigue esa
frase que encontramos en Mateo y en Lucas: “Allí será el llanto y el rechinar
de dientes”. El rechinar de dientes es una frase tomada del Antiguo Testamento
(Job16,9; Sal 35,16), que expresa odio y rabia, pero que unida al llanto
expresa la desesperación y el dolor de los que quedarán excluidos de la
salvación.
Hemos dicho que en sus parábolas Jesús utiliza
imágenes de la cotidianidad. En este momento le está hablando a pescadores del
lago de Galilea, personas que están familiarizadas con las faenas de la pesca;
personas que saben que al echar las redes atrapan toda clase de peces, buenos y
malos, y al sacarlas deben escoger entre los buenos y los malos, los que tienen
valor y los que no son comestibles, y botar los últimos junto con toda clase de
algas y otra basura que se enredan en las mismas. El Reino de los cielos se
parece a… Solo así podemos entender los misterios del Reino.
Esa imagen del Reino como una red en la que
caben tanto los peces buenos como los malos, lo mismo que en la parábola de
cizaña y el trigo, nos apunta también al hecho de que el Reino ya está aquí,
que ha comenzado. Que la imagen visible de la presencia del Reino, la Iglesia,
al igual que el Reino, está abierta a todos, buenos y malos, trigo y cizaña,
todos coexistiendo en esa “red”. Una Iglesia “santa” formada por santos y
pecadores; una Iglesia que está constantemente llamada a la conversión. El
mismo Jesús nos enseñó que su mensaje está dirigido a todos. Por eso se juntaba
con pecadores, aquellos que tenían más necesidad de “médico” (Cfr. Lc 5,31-32).
Y ahí está la ventaja del Reino. Los “peces
malos” tenemos oportunidad de convertirnos en “peces buenos” si acudimos a la
misericordia divina y nos dejamos arropar de su infinito Amor. Y si algo
caracteriza a Jesús es su infinita paciencia. No importa si nos convertimos a
última hora, tendremos la misma recompensa (Mt 11,1-26), seremos contados entre
los “peces buenos”, entre los “benditos del padre” (Cfr. Mt 25,34). El problema estriba en que no
sabemos el día ni la hora (Mt 24,36). Si fuera hoy, ¿serías contado entre
los “peces buenos”? De ti depende… Todavía estás a tiempo.
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