Páginas

jueves, 23 de julio de 2020

Palabras de esperanza: Ojos y oídos. Jueves Tiempo Ordinario. 16. 23 - Julio - 2020

"Ventana abierta"


Mensaje a los amigos


Jueves Tiempo Ordinario – 16

P. Clemente Sobrado cp.

Palabras de esperanza: Ojos y oídos


“¿Por qué les hablas en parábolas?
Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
Muchos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron,
y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron”. (Mt 13,10-17)

Santa Brígida


“Uno de los esfuerzos más necesarios es aprender a usar imágenes en la predicación… las imágenes, en cambio, ayudan a valorar y aceptar el mensaje que se quiere transmitir. Una imagen atractiva hace que el mensaje se sienta como algo familiar, cercano, posible, conectado con la propia vida. Una imagen bien lograda puede llevar a gustar el mensaje que se quiere transmitir, despierta un deseo y motiva a la voluntad en la dirección del Evangelio”. (Evangelii Gaudium, 157).

“Dichosos vuestros ojos porque ven”.
Pienso que aún no hemos valorado suficiente el poder ver.
La ceguera no esconde infinidad de cosas.
La ceguera nos encierra en nosotros mismos.

Pero hay algo todavía más importante que ver las cosas.
Lo verdaderamente importante es:
El poder ver a Jesús.
El poder ver a Dios.
El poder ver lo que Dios hace cada día por nosotros.
El poder ver lo que Jesús ha hecho por nosotros.
El poder ver a Dios en los hermanos.
El poder ver a Jesús en el necesitado.

“Dios, decimos alegremente, está en todas partes”.
Claro que sí, pero hay que verlo.
¿De qué sirve que Dios esté en todas partes, si no lo vemos?
Un Dios a quien “no vemos”,
es un Dios que para nosotros no existe.
¿Lo vemos realmente en todas partes?
¿Lo hemos visto durante esta pandemia?
¿Lo hemos visto en tantos contagiados que sufren?
¿Lo hemos visto en tantos que se expusieron
al contagio por atendernos?
¿Lo hemos visto en tantos que perdieron sus vidas,
sirviendo a los demás?
“Dichosos los ojos que pueden ver lo otros no ven”.

“Dichosos los oídos que oyen”.
Malo es no poder ver, pero no es mejor,
el no tener oídos o perder el oído.

“Dichosos los oídos” que escuchan a Dios:
Cuando nos habla.
Cuando se quiere comunicar con nosotros.
Cuando nos llama y no tenemos “el teléfono descolgado”.
Cuando toca a la puerta de nuestro corazón y le abrimos.

“Dichosos los oídos” que escuchan la voz de Dios:
En el hermano necesitado,
que es también voz de Dios, que nos habla.
En el hermano que sufre,
que es también voz de Dios, que nos habla.
En el anciano encerrado en su soledad,
que también es voz de Dios, que nos habla.

“Dichosos los oídos” que escuchan a Dios:
Cuando se nos da en comunión,
que es voz de Dios que nos habla de su amor.
Cuando nos dice “tus pecados quedan perdonados”,
que es la voz de Dios anunciando su misericordia.

“Dichosos los oídos” que oyen:
Lo que tantos otros no oyen.
Lo que para tantos es silencio.

Lo que para tantos no “existen esas palabras de Dios”.
Señor:
“Ábreme los ojos para que pueda ver y verte”.
“Ábreme los oídos para poder escuchar tu voz”.
También yo quiero decirte:
“Ojalá escuchemos hoy tu voz”.
“En la voz de los sin voz”.
“En la voz de la indiferencia”.
“En la voz de tantas insensibilidades”.
“En la voz de tu palabra”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario