"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
Isabel Orellana Vilches
EL VALOR DE UN SEGUNDO
Dice Fernando Rielo
en uno de sus proverbios: «El tiempo es lo que tú hagas de él». En efecto, el
valor se lo confiere cada uno. Una de las características de los santos es la
capacidad que algunos tuvieron para multiplicar sus acciones de una forma
sorprendente que por fuerza ha de dejarnos boquiabiertos. ¿Cómo es posible que
en 24 h. que tiene el día pudieran llegar a realizar tantas cosas? Y es que
todo lo que pusieron en marcha con una intensidad y versatilidad excepcionales
lo hicieron movidos por la oración en una cadena ininterrumpida de segundos. Y
fue justamente ese estado orante por amor a la Santísima Trinidad y al prójimo
el que les condujo a aprovechar toda ocasión de proceder en orden al bien sin
perder ni un ápice de su tiempo en banalidades mentales y acciones estériles.
Sabían perfectamente que derrochar la gracia que les había sido concedida era
irreparable. Aquello que se ha dejado pasar ya no regresa y los dones recibidos
cuando se desperdician se escapan por un sumidero sin fondo; son
irrecuperables.
«El tiempo vuela.
Depende de ti ser el navegante» (R. Orben). Un segundo es valiosísimo. La suma
de cada uno de ellos puede hacer de un ser humano alguien de peso, una persona
que deja huella en la historia. Darles contenido es potestad que nos ha sido
otorgada, una elección libre que requiere constancia y esfuerzo; se guía por la
convicción de que algo grande se alcanza con ello. Es lo que de ordinario se
aprecia en quienes han conseguido los grandes logros que se propusieron. En
cierto modo tiene que ver con el auto respeto: «Hasta que no te valores a ti
mismo no valorarás tu tiempo. Y hasta que no valores tu tiempo no harás nada
con él» (M. Scott Peck).
Una simple muestra de
lo que puede dar de sí un segundo, sin menoscabo de otras muchas que se podrían
poner como ejemplo, comenzando por el perder la vida en un grave accidente o
darla de forma generosa, sería la siguiente:
* Pedir perdón
* Callar a tiempo
* Evitar un error
* Establecer un
compromiso que merece la pena
* Negarse a admitir lo
indefendible
* Confesar un error
* Sonreír aunque nos
hayan hecho daño
* Infundir ánimo a los
demás
* Elegir el camino más
conveniente
* Huir de tentaciones
dañinas
* Alabar a Dios
* Ser agradecido
* Disponerse al perdón
de los demás
* Realizar un acto de
generosidad
* Reconocer el mérito
de otras personas
* Transformar los
pensamientos negativos, obsesivos, imaginativos…
* Comenzar a caminar
aunque nos hubiéramos hundido
* Dejar de
compadecernos
* Ceder el lugar a
otras personas más necesitadas
* Dar limosna
* Mostrar la
servicialidad adelantándose antes de que otros pidan ayuda
* Hacer silencio
interior a todo lo inútil con la ayuda de Dios
* Tomar una buena
decisión
* Mostrar empatía
* Pensar en el otro
antes que en uno mismo
* Actuar con fidelidad
y coherencia…
En suma, llenar de
contenido un segundo es darle valor a la propia vida. Es ir en pos de una
eternidad con Dios.
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