"Ventana abierta"
El Papa Francisco dedica una oración especial a los reclusos en las cárceles
El Papa Francisco ha
oficiado este 19 de marzo, día de San José, en la Capilla Santa Marta
Redacción Religión
Redacción Religión
El Papa Francisco, en su misa matinal diaria en la Capilla de la Casa Santa Marta, que ha retransmitido en directo tanto, TRECE como
en COPE.es, ha dedicado una oración especial hacia los reclusos en las cárceles. Además, con motivo de este 19 de marzo,
Día de San José, el Sumo Pontífice ha recordado de la adoración, invitando a los fieles a la Comunión Espiritual.
Al introducir la
celebración Eucarística, dirige su oración por todos los detenidos en este
momento de emergencia caracterizado por tantas restricciones debido a la
pandemia del coronavirus: “Recemos hoy por los hermanos y hermanas que
están en las cárceles: ellos sufren mucho, por la incertidumbre de lo que
sucederá dentro de la cárcel, y también pensando en sus familias, cómo están,
si alguien está enfermo, si falta algo. Estamos cerca de los detenidos, hoy,
que sufren tanto en este momento de incertidumbre y dolor”.
En su homilía, comentando el
Evangelio del día, que habla de San José, hombre justo, es decir, hombre
fiel, capaz de entrar en el misterio de Dios, el Pontífice recordó la
importancia de la oración de adoración.
El Evangelio (Mt
1:16.18-21.24) nos dice que José era "justo", es decir, un hombre de
fe, que vivía la fe. Un hombre que puede ser enumerado en la lista de
todas esas personas de fe que hemos recordado hoy en el oficio de las lecturas
(cf. Carta a los Hebreos, cap. 11); esas personas que vivieron la fe como
fundamento de lo que se espera, como garantía de lo que no se ve, y como prueba
de lo que no se ve.
José es un hombre de fe: por
eso era "justo". No sólo porque creía, sino también porque vivía esta
fe. Un hombre "justo". Fue elegido para educar a un hombre que era un
verdadero hombre pero que también era Dios: se necesitaba un hombre-Dios para
educar a un hombre así, pero no había. El Señor eligió a un hombre
"justo", un hombre de fe. Un hombre capaz de ser un hombre y también
capaz de hablar con Dios, de entrar en el misterio de Dios. Y esta fue la
vida de José. Vivir su profesión, su vida de hombre y entrar en el misterio. Un
hombre capaz de hablar con el misterio, de interactuar con el misterio de Dios.
No era un soñador.
Entró en el misterio. Con la misma naturalidad con la que
llevó a cabo su oficio, con esta precisión de su oficio: fue capaz de ajustar
un ángulo milimétrico en la madera, sabía cómo hacerlo; fue capaz de bajar, de
reducir un milímetro de la madera, de la superficie de una madera. Cierto,
era preciso. Pero también era capaz de entrar en el misterio que no él podía
controlar.
Esta es la santidad
de José: llevar adelante su vida, su oficio con rectitud, con profesionalidad;
y de momento, entrar en el misterio. Cuando el Evangelio nos habla de los
sueños de José, nos hace entender esto: entrar en el misterio.
Pienso en la Iglesia hoy, en
esta Solemnidad de San José. Nuestros fieles, nuestros Obispos, nuestros
sacerdotes, nuestros consagrados y consagradas, los papas: ¿son capaces de
entrar en el misterio? ¿O es necesario que se regulen de acuerdo con las
prescripciones que los defienden de lo que no pueden controlar? Cuando la
Iglesia pierde la posibilidad de entrar en el misterio, pierde la capacidad de
adorar. La oración de adoración sólo puede darse cuando uno entra en el
misterio de Dios.
Pidamos al Señor la
gracia de que la Iglesia viva en la concreción de la vida cotidiana y también
en la "concreción" – entre comillas – del misterio. Si no puede
hacerlo, será una Iglesia a mitad, será una asociación piadosa, llevada
adelante por prescripciones pero sin el sentido de la adoración. Entrar en
el misterio no es soñar; entrar en el misterio es precisamente esto: adorar.
Entrar en el misterio hoy es hacer lo que haremos en el futuro, cuando
lleguemos a la presencia de Dios: adorar.
Que el Señor dé a la Iglesia esta gracia
El Papa exhortó a la Comunión espiritual en
este difícil momento debido a la pandemia del coronavirus, que provocó la
suspensión de las Misas en Italia con la participación de los fieles para
evitar cualquier contagio. El Papa Francisco terminó la celebración con la
adoración y la bendición Eucarística: “Invito a todos los que están lejos
y siguen la misa por televisión a hacer la comunión espiritual”.
Oración de Comunión Espiritual del papa Francisco.
Oración de Comunión Espiritual del papa Francisco.
A tus pies, oh Jesús
mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que
se abandona en su nada y en Tu santa presencia. Te adoro en el sacramento de tu amor, deseo recibirte en la pobre morada que mi corazón te ofrece. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero tenerte en espíritu. Ven a mí, oh Jesús mío, que yo vaya hacia Ti. Que tu amor pueda inflamar todo mi ser, para la vida y para la muerte. Creo en Ti, espero en Ti. Te amo. Que así sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario