"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
MARTES DE LA SEXTA SEMANA DE PASCUA
El pasado domingo
celebraba la Iglesia la memoria de san Pascual Bailón, nacido en 1540 en el
pequeño pueblo de Torrehermosa, provincia de Zaragoza y entonces diócesis de
Sigüenza, mi diócesis de origen, en la que se le profesa una gran devoción. Sus
padres, humildes agricultores, no pudieron darle estudios. Entre los 7 y los 24
años fue pastor en Torrehermosa y en los pueblos vecinos. Inteligente y
despejado, aprendió solo a leer y escribir. Humilde y alegre, austero y
generoso, desde muy niño percibió con nitidez que la Eucaristía es el corazón
de la Iglesia y su mayor tesoro.
Cuentan sus biógrafos que componía canciones que
cantaba delante del Santísimo o en las puertas de las iglesias, acompañándose
con un rabel, que él mismo había confeccionado. En ocasiones incluso bailaba
ante el Santísimo, haciendo honor a su apellido. En sus correrías con el
ganado, trataba de otear las torres de las iglesias de los pueblos cercanos
(Torrehermosa, Alconchel, Monreal de Ariza o Sisamón). Entones se arrodillaba y
hacía una comunión espiritual. A los 24 años, en 1564, ingresó como lego en la
orden de los Frailes Menores, donde fue portero, cocinero, limosnero y
barrendero en varios conventos. Allí destacó por su espíritu de oración, amor a
la Virgen, a los pobres y a la Eucaristía ante la que pasaba largas horas en
contemplación llena de amor.
Murió en Villarreal el 17 de mayo de 1592. Canonizado
en 1690, León XIII lo declaró patrono de las asociaciones y congresos
eucarísticos. Que aprendamos de él el amor a la Eucaristía, misterio de nuestra
fe, el sacramento y el
don por excelencia, la fuente y cima de toda la vida cristiana.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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