"Ventana abierta"
Archidiócesis de Sevilla
LUNES DESPUÉS DE LA ASCENSIÓN
La misión de Jesús
después de su ascensión se prolonga en la misión de los discípulos, a los que
transmite el mismo encargo que Él recibiera del Padre: ir al mundo entero y
anunciar la Buena Noticia, que ellos llevarán hasta los últimos confines de la
tierra. Por ello, “se volvieron a Jerusalén con
gran alegría” (Lc 24,52). Allí esperarán la llegada del
Espíritu prometido, que les revestirá de la fuerza
de lo alto (Lc 1,78; 24,48) para iniciar el anuncio de lo que
han visto y oído, de lo que palparon y tocaron con sus manos (1 Jn 1,1), de su
convivencia inolvidable con el Hijo de Dios.
Quienes acabamos de celebrar la solemnidad de la
Ascensión del Señor, somos también destinatarios de este mandato. Como a los
discípulos, Jesús nos transmite su misión y nos encomienda enseñar lo que
nosotros hemos aprendido, divulgar lo que a nosotros nos ha acontecido, que Él
nos ha devuelto la luz, la vida y la esperanza.
Como los discípulos de Jesús después de Pentecostés,
hemos de acercarnos a este mundo nuestro, fascinante y atormentado, en progreso
constante y al mismo tiempo lleno de heridas. En esta hora de la historia,
hemos de ser testigos de la alegría cristiana, de la paz, la reconciliación, la
esperanza y el amor que nacen de la Buena Noticia del amor de Dios por la
humanidad. Jesús y su Evangelio siguen siendo un tema pendiente en el corazón
de los hombres de hoy, y a nosotros se nos ha confiado anunciar a Jesucristo a
nuestro mundo, como fuente de sentido, como manantial de paz y de esperanza y
como nuestra única posible plenitud. Y todo ello, con la palabra y también con
el testimonio luminoso, atractivo y convincente de nuestras buenas obras y de
nuestra propia vida.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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